Simbiosis. Revista de Educación y Psicología, Volumen 1, No. 2, julio-diciembre 2021, ISSN-e: 2992-6904, Páginas 45 – 57

 

Masculinidad: una mirada a los universitarios

Masculinity: a look at university students

Masculinidade: um olhar sobre estudantes universitarios

 

Laura Evelia Torres Velázque

lauratv@unam.mx https://orcid.org/0000-0002-8258-0920

Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Estado de México, México

 

Nadia Navarro Ceja

nadianace@gmail.com https://orcid.org/0000-0003-2014-6528

Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Estado de México, México

 

Margarita Nabor Govea

magong20@gmail.com https://orcid.org/0000-0001-8330-375X

Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Estado de México, México

 

I Artículo recibido en abril 2021 I Arbitrado en mayo 2021 I Aceptado en junio 2021 I Publicado en julio 2021

 

https://doi.org/10.59993/simbiosis.v1i2.9

 

RESUMEN

Nuestro objetivo fue analizar la percepción de ser hombre y de la masculinidad en jóvenes universitarios. Participaron ocho varones universitarios de 19 a 24 años, solteros que vivían con su familia de origen. Se utilizó una entrevista semiestructurada con previo consentimiento informado. Los resultados muestran que estos jóvenes no han considerado el reflexionar sobre el significado de ser hombre, sin embargo, ha habido cambios sobre el significado de la masculinidad. Se concluye la importancia de insistir en la práctica de equidad de género desde la crianza y reflexionar sobre las condiciones de vida de los hombres, reconociendo las desventajas que surgen de los mandatos sociales establecidos para ellos.

 

Palabras clave: familia; hombres; masculinidad(es); crianza y género

 

ABSTRACT

Our objective was to analyze the perception of being a man and masculinity in young university students. We interviewed eight male university students between 19 and 24 years, single who lived with their family of origin. A semi structured interview with prior informed consent was held. The results show that these young people have not been able to reflect on the meaning of being a man; however, there have been changes about being masculine. It concludes the importance of insisting on the practice of gender equity from the upbringing and reflecting on the living conditions of men, recognizing the disadvantages that arise from the social mandates established for them.

 

Keywords: family; men; masculinity; parenting and gender

 

RESUMO

Nosso objetivo foi analisar a percepção de ser homem e de masculinidade em jovens universitários. Participaram oito universitários do sexo masculino de 19 a 24 anos, solteiros e morando com a família de origem. Foi utilizada uma entrevista semiestruturada com consentimento prévio informado. Os resultados mostram que esses jovens não pensaram em refletir sobre o significado de ser homem, porém houve mudanças no significado de masculinidade. Conclui a importância de insistir na prática da equidade de gênero desde a criação e refletir sobre as condições de vida dos homens, reconhecendo as desvantagens que surgem dos mandatos sociais estabelecidos para eles.

 

Palavras-chave: família; homens; masculinidade(s); criação e gênero

 

INTRODUCCIÓN

Diversas causas y luchas han enarbolado los movimientos feministas a través de la historia, comenzando desde participaciones individuales hasta movimientos colectivos. Podemos mencionar a Christine de Pizán que desde 1405 en su obra: La Ciudad de las Damas, se cuestiona cómo sería una ciudad gobernada sólo por mujeres, de antemano considera que al menos sería más amable; también Françoise Poullain de la Barre, quien a fines de siglo XVII demanda en sus publicaciones la igualdad sexual para las mujeres, criticando los prejuicios arraigados que se tienen hacia ellas y proponiendo el acceso a su educación como un elemento que favorecerá la igualdad sexual (Segura, 2021).

Segura (op cit.) hace un recorrido por los diferentes movimientos feministas, que han mostrado a las mujeres como sujetos sociales, y por tanto sujetos de derechos, los cuales les han sido arrebatados, derechos como la igualdad, la libertad, a la educación, derechos civiles, jurídicos y políticos, derecho a decidir, a elegir. En cada movimiento se hace evidente la supremacía que se le ha conferido al varón sobre la mujer, en donde ellos son los que cuidan, controlan y deciden sobre la vida de las mujeres; todos estos movimientos dejan claro que esta relación de poder de los hombres sobre las mujeres no es por una circunstancia biológica o divina, sino que es una construcción social.

Serret (2008, como se citó en Segura, 2021) señala que Kollontai promueve las ideas de Marx de “el hombre nuevo” y propone a “la mujer nueva”, una mujer que es independiente económica, psicológica y sentimentalmente, iniciando acciones que contribuían a que las mujeres pudieran acceder al estudio y al trabajo, tales como la creación de guarderías, comedores, lavanderías, etc., todo lo cual se termina al subir al poder Stalin. Otro hito importante en estos movimientos es la obra de Simone de Beauvoir, El Segundo Sexo, en donde después de un minucioso análisis del papel de las mujeres a lo largo de su vida, da cuenta de que las mujeres han sido definidas y limitadas como el “otro sexo”, por cierto inferior al varón, además hace la aseveración que ninguna mujer queda fuera de las consecuencias de esta visión androcéntrica. Es así como las mujeres aprenden a ser para otro y a no ser para sí. Con su frase “no se nace mujer, se llega a serlo” (Beauvoir, 1989, p.15), se refuta la idea de que la mujer y la naturaleza son lo mismo (idea atribuida por su función reproductiva), sino que plantea que es una cuestión de construcción social.

Esta idea es retomada por los Estudios de Género, que señala que el papel de un hombre o una mujer en la sociedad no está determinado por la biología, por la psicología o por la economía. Es así como se retoma el término de género, para hacer referencia a la construcción social que determina la identidad femenina y masculina. De esta forma los estudios de género, la perspectiva de género incorpora a fines del siglo XX, no sólo la condición de las mujeres, sino también de los hombres, visualizando formas diferentes de pensar, sentir y actuar, a fin de lograr relaciones igualitarias, equitativas y justas entre hombres y mujeres. Los estudios de género se enmarcan dentro de la academia, en donde se documenta, investiga y teoriza sobre los procesos de producción y reproducción de las desigualdades tomando como base la diferencia sexual. El objetivo es evidenciar lo que no se ve, visibilizar lo que no se reflexiona, tomando como base el género como herramienta analítica, haciendo un cambio en la forma de analizar y entender las ciencias sociales, esta perspectiva se solidifica en los ámbitos universitarios (Segura, 2021).

Todo este bagaje de elementos teóricos, conceptuales y metodológicos que se han generado en el ámbito universitario académico son retomados desde las políticas públicas para planear acciones que modifiquen las estructuras, y poder promover situaciones de equidad a partir de deconstruir los conceptos, identidades, roles y estereotipos establecidos, con la finalidad de abrir posibilidades de nuevos contenidos de socialización para crear relaciones equitativas entre los seres humanos. O bien, como señalan Tong y Fernandes (2018), el feminismo es una serie de reflexiones y al mismo tiempo, un movimiento social y político cuya finalidad ha sido describir, explicar y proponer nuevos escenarios a las condiciones de explotación, exclusión y violencia, que han experimentado las mujeres en diferentes sociedades a través de su historia.

También han surgido los Estudios de las Masculinidades en los cuales algunos varones analizan su papel social, los mandatos sociales que les han impuesto para demostrar su hombría, su virilidad; las actitudes, acciones, posturas y creencias que les enseñan para ejercer como hombres, lo que en muchas ocasiones se han hecho de forma acrítica. De tal manera que los estudios de género de los hombres, estudios de las masculinidades o, estudios de género de los hombres y las masculinidades retoman el concepto de género planteado por las posturas feministas y consideran que también los varones son sujetos genéricos, es decir que las identidades, prácticas y relaciones de los hombres son construcciones sociales, no son determinantes de la naturaleza (Núñez, 2016).

Dentro de estos estudios se analiza la construcción social de los varones, la exigencia social que se les demanda, los ejes que los atraviesan y en ocasiones los determinan, como el trabajo, la sexualidad, la violencia, la virilidad, la fuerza, entre los más representantes; así como los ejes que no son tomados en cuenta y que también les atañe, como la reproducción, crianza, salud, cuidado, etc.

Ahora bien, la familia es el primer contexto de aprendizaje de papeles y estereotipos asociados a la identidad sexual que conserva las normas y reglas socialmente establecidas y adquiridas. Esto se transmite desde las expectativas familiares sobre el nacimiento y desarrollo del nuevo hijo o hija: los hijos siguen siendo los que perpetúan el apellido del padre, a los que se les prefiere para estudiar una carrera universitaria, para garantizar el ejercicio de una profesión que les de estatus económico y social, a fin de proveer y mantener económicamente a su familia; en el caso de las hijas, se les sigue considerando las encargadas del cuidado de la familia, de la futura compañera de su pareja, se espera que estudien, se preparen, pero no necesariamente que destaquen en un trabajo productivo (Cubillas, et al., 2017).

Si nos vamos a la regulación de la conducta, a los niños se les prohíbe llorar, ellos tienen que ser fuertes, no deben dejarse de otros, deben ser autónomos, independientes; a las niñas se les pide ayudar, cuidar, ser limpias, dóciles, bonitas, frágiles y dependientes. Y si consideramos el tipo de juegos, a los hombres se les dan juegos que les permitan el desarrollo de habilidades físicas, motoras, intelectuales, se les enseña a controlar sus emociones, sólo se permite expresar el enojo; en tanto que a las mujeres se les enseñan juegos que desarrollen el cuidado de otros, la ternura, la comprensión del otro, tienen más posibilidades de expresar emociones, excepto el enojo. Sus juegos son más estereotipados y estáticos (Hernández y González, 2015). De esta forma, a niños y a niñas se les van enseñando, promoviendo, controlando y sancionando los papeles sociales que deben jugar hombres y mujeres en el primer contexto social que tienen, la familia. Así es que, si queremos incidir y buscar un cambio de percepciones, creencias y papeles sociales, un excelente lugar es el ambiente familiar (Torres, et al., 2015).

Un segundo contexto es la escuela, en donde se van implementando los mismos papeles que imperan en la cultura, en donde se consolidan o modifican las ideas, pensamientos y creencias que se implementaron en el hogar, la escuela funciona como un campo de información excelente, en dónde el educando tiene un bagaje de conocimientos, ideas y pensamientos muy extenso, en donde se vincula con aprendizajes diversos, formas de ver y explicar la realidad diversas, y en donde es más habitual estar al tanto de los movimientos sociales, políticos, económicos y culturales, lo que por lo regular modula sus formas de pensar y de actuar. Por ejemplo, Ortiz (2021) señala que la Universidad (en concreto la Universidad Nacional Autónoma de México), puede ser catalogada como la conciencia crítica de la nación, líder en investigación, en la impartición de docencia y divulgación del conocimiento, así como líder en establecer modelos de conducta para la paz y de respeto a los derechos humanos. Es así como la educación universitaria abre un amplio panorama en el estudiante, aparte de conocimiento en diversas áreas, en la cultura de la paz y en el respecto a los derechos humanos, propiciando una forma de relacionarse más armoniosa, igualitaria y equitativa.

Ante todo esto, es pertinente preguntarnos: ¿toda esa información que se ha generado sobre los hombres y las masculinidades ha llegado a los jóvenes? ¿Les ha permitido considerar nuevos modelos de construirse como hombres, como masculinos? ¿Les ha permitido establecer relaciones diferentes entre hombres y con las mujeres? Para contestar estas preguntas, antes hay que saber lo que los jóvenes han aprendido al respecto. Por lo tanto, es relevante conocer ante una serie de propuestas de cambio realizadas por los movimientos feministas y por los estudios de las masculinidades, qué han aprendido los jóvenes sobre ser hombres y ser masculinos, por lo cual el objetivo de este trabajo fue analizar la percepción de ser hombre y de la masculinidad en jóvenes universitarios, enfocándonos en el significado y aprendizaje de ser hombre, los comportamientos asociados a la masculinidad y la relación de la masculinidad con la violencia.

 

MÉTODO

Se entrevistaron 8 varones universitarios, de carreras de ciencias sociales de la Ciudad de México, la selección de participantes se realizó por el método de bola de nieve, endonde se les informó acerca del objetivo de la investigación y si aceptaban participar se les pedía que firmaran un consentimiento informado, se les mencionó que los datos se utilizarían para ser publicados y presentados en un evento académico. El rango de edad fue de 19 a 24 años, con una media de 20.64 años, todos eran solteros y vivían con su familia de origen, señalaron que no practicaban alguna religión y estudiaban el 2do o 3er años de la carrera.

A cada uno de los jóvenes se le realizó una entrevista (anexo 1), que tuvo una duración promedio de 60 minutos, una vez obtenidas las grabaciones, se transcribieron y se analizaron de acuerdo a los siguientes ejes de análisis: significado de ser hombre, aprendizaje de ser hombre, comportamientos asociados a la masculinidad y, finalmente masculinidad y violencia.

 

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

A continuación, se muestran la información obtenida, la cual se presenta considerando los diferentes ejes de análisis.

Significado de ser hombre

Un aspecto importante es conocer qué significado le dan los jóvenes al ser hombre, en este apartado se presentan las respuestas a las preguntas: ¿qué significa ser hombre?, ¿cuáles son las ventajas de ser hombre? y ¿cuáles son las desventajas de ser hombre?

Observemos que algunos jóvenes reproducen las ideas de lo que se espera que sea un hombre, retomando el modelo de sus propios padres, como Aldoque menciona que ser hombre es ser responsable, trabajador, no desamparar a la familia, ser disciplinado... aunque emocionalmente esté ausente:

“...pues tal vez yo tengo la idea de que ser hombre, es tal vez, sea por el concepto que yo tengo de mi padre de ser responsable, de ser trabajador, no dejar a tu familia de lado, siempre ser para ellos... aunque es muy ausente, es muy disciplinado, es una persona muy disciplinada, de tener todo en orden, mmm... de ver si los tuyos están bien, más que nada o cuidar por ellos. Ser como... no ser tan libertino, tener como en mente un ideal de lo que quieres... creo que eso es para mí ser un hombre.” Aldo (20 años)

Otros hacen referencia a que un hombre debe ser fuerte, serio, que controle sus sentimientos, que sepa tomar las riendas del hogar y no sea sentimental:

Mmm... no sé, pues creo que conlleva algunos estereotipos, pero lo principal para ser hombre supongo que sería como socialmente aceptado el hecho de ser un poco más fuerte quizá, o también está el estereotipo de la fuerza física que también lo cumplo un poco, la seriedad tal vez, ¿qué más lleva? de un hombre se esperaría que sea fuerte en los sentimientos, que sea capaz socialmente de tomar las riendas del hogar o de una relación o de varias cosas; ser fuerte, tanto en sentimientos como físicamente, y quizá ser rígido, creo, no ser como muy sentimental, creo que eso es lo que se cree.” Bruno (20 años)

Sigue apareciendo el rasgo de ser proveedor, como si la única función de los varones en el hogar y en la familia fuera la manutención. El significado de ser hombre está ligado a sus prácticas sociales (Torres, et al., 2015).

“... el hombre es el que... pues está como estipulado que es el que lleva el mando y está encargado de alguna familia... de la familia y entonces tiene que cargar responsabilidades no sé... de gasto o puede ser el que hace todas las cosas que llevan fuerza o algo así, es lo que se me ocurre.”          Felipe (20 años)

Héctor también señala que el hombre es el fuerte y el proveedor de la familia; además expresa que al seguir lo que marca la cultura, le permite estar bien en su entorno social: “Para mí ser hombres es como cultura, me parece que es a veces seguir ciertos patrones para estar en mi comunidad... para mí ser hombre es a veces ser como el lado fuerte... el lado en el que se debe de proteger a la mujer... el lado en el que se debe de darle sustento a la mujer... respetarla... no sé... creo que eso para mí es ser hombre.” Héctor (20 años)

Sin embargo, algunos de los jóvenes expresan que no saben el significado de ser hombre, incluso unos mencionan que es igual que ser mujer, señalan que los dos son seres humanos y es lo mismo, pero tampoco lo pueden definir:

“Pues para mi ser hombre es como, es que creo que es igual que ser mujer, hay igualdad, no creo que haya una diferencia entre ser hombre y ser mujer. Es un ser humano, no creo que haya algo que sea diferente.” Cristóbal (19 años)

“Pues ser hombre, me imagino, yo lo veo más desde una perspectiva más biológica, por tus rasgos físicos y biológicos que tienes, nada más.” Diego (24 años)

“Ay no sé, es que es una pregunta muy abierta, es muy difícil de definir... cómo que decir qué es un hombre. Mmm... pues simplemente yo lo definiría como una persona que tiene, ahora sí que los genitales del varón y ya, pues eso más que nada.”  Ernesto (20 años)

“Pues siento que seguir el ejemplo, de no sé, no puedo decir exactamente... ¿ser hombre? No sé qué decir.”  Gonzalo (21 años)

Entre las ventajas que los entrevistados mencionan que tiene el ser hombre se encuentran las siguientes: son más fuertes, tienen los mejores trabajos, no se embarazan, no hacen, ni los dejan hacer quehacer, pueden orinar fácilmente, tienen más libertad, les dan más permisos, tienen más respeto social, tienen más privilegios socialmente; les preparan y sirven de comer; pueden tener muchas mujeres y no los critican, no se cuestiona su vida moral.

Y entre las desventajas que enuncian se encuentran las siguientes: a las mujeres se les otorgan becas por diferentes circunstancias, por ser mujeres, ser madres, ser madres solteras, sin importar su promedio, en cambio los hombres deben tener un buen promedio; a las mujeres les dan prioridad en el transporte; los hombres siempre tienen que cargar lo pesado, encargarse de las cuestiones de plomería, electricidad, arreglos de la casa; los hombres siempre tienen que cuidar a las mujeres; trabajar para un hombre no es opcional, al igual que estudiar, porque son los que van a trabajar y mantener una familia; un hombre no puede expresar sentimientos, no puede llorar en público, muchas veces no puede ser como quiere ser, tiene que ser a la manera que la sociedad establece, necesariamente tiene que ser violento, no es que se tenga que pelear o cosas así, pero siempre tiene que estar a la defensiva.

Aprendizaje de ser hombre

En este apartado se presentan las respuestas a las preguntas ¿Cómo se aprende a ser hombre? y ¿quién te enseñó a ser hombre?

Podemos notar en todos los testimonios que la fuente principal de enseñar a ser hombres y de enseñar los estereotipos de género, es la familia; en la mayoría de estos jóvenes su padre les enseñó qué cosas debía hacer un varón, a veces explícita o implícitamente, por eso es necesario retomar la idea de que en la ausencia los padres también están educando, y quitar una imagen que se ha establecido en nuestra cultura de que las madres son las únicas que educan y que ellas educan a varones con actitudes machistas; no, la educación también es dada por los varones... aun estando ausentes .Y la paternidad es un componente muy importante en la construcción social de la masculinidad, es el componente donde se demuestra la virilidad del hombre (García y Mendizábal, 2015).

“... cuando viajábamos en metro en familia, recuerdo, todos alcanzábamos lugar, estábamos sentados, estaba mi papá, mi hermano, yo y mi mamá; mi papá, así lleváramos una estación sentados, mi papá veía que entraba una señora mayor o una mujer o algo así, y se paraba luego, luego, y le daba el asiento, recuerdo que yo le pregunté a mi mamá: oye ¿por qué se hace eso? y ella me dijo: es que se acostumbra que se les dé el asiento a las personas adultas o mujeres; que en teoría serían las mujeres débiles... quizá por ese estereotipo, entonces creo que ahí aprendí eso.” Bruno (20 años)

“... pues más que nada viviendo y fue en las experiencias que tuve con las demás personas que me rodearon, desde las pláticas en el Kínder de tu papá... cómo te trata y hasta la universidad de tener una pareja y decir cómo es tu papá ahora, en qué falló tu padre y pues yo lo aprendí del mío.”Aldo (20 años)“Yo por mi mamá y por mi abuelo, como... del ejemplo de ellos, no es que me lo dijeran, sino que con las acciones que hacen tú vas aprendiendo.” Cristóbal (19 años)“

Aprendes de tus padres, primos, tíos, hermanos, en la convivencia, desde niño las pláticas que escuchas, también de hombres y de mujeres sobre los hombres o de las mismas mujeres y vas aprendiendo como que el papel del hombre, que se va modificando conforme vas adquiriendo nuevas experiencias claro.” Diego (24 años)

“Es bien irónico, porque muchas veces son los papás, pero también son las mamás, porque bueno en mi caso cuando yo iba en la primaria pues sí me solía juntar más con las niñas que con los niños, no porque como que fue por orientación sexual, eso nada que ver, sino más por jugar los juegos que jugaban ellas, pues a mí me gustaba más jugar quemados, que jugar futbol como jugaban los niños, entonces era como que una vez se los dije a mis papás porque se me salió, yo no quería decirles y me empezaron a decir de no que tú te tienes que juntar con los niños, que debes hacer esto, que debes hacer lo otro, pero muchas cosas de niño yo sí las hacía, entonces son cosas que te enseñan las dos partes, inclusive las mismas mamás te dicen tú con la esposa tienes que darle dinero, tienes que proveer, por ejemplo mi mamá dice, pues ya sé que cambiaron las cosas, muchas veces también las mujeres tienen que trabajar pero pues ellos como que tienen más responsabilidades, tienen que mantener la casa, hacer los trabajos difíciles, y así.” Ernesto (20 años)

“Pues creo que toda mi familia, yo supongo... desde que yo veía a mi papá de pequeño, como que fui tomando conductas de él.” Felipe (20 años)

Mmm... pues creo que todas las personas... mi mamá, mis hermanas, mis tíos, la gente que va en la calle, todas. Te dicen: los hombres deben hacer esto o no hagas esto porque tú eres hombre.” Gonzalo (21 años)

La familia sigue siendo el contexto en el cual se puede incidir y llevar a cabo una educación diferente en hombres y mujeres, mostrar lo que es ser varón y mujer, enseñar una forma diferente de relacionarse para que en las relaciones entre hombre y mujer, entre mujeres y entre hombres no tenga que estar presente la violencia, causa según algunos de impotencia, de falta de argumentos y de en ocasiones, la única forma de lograr ser escuchados y respetados.

Comportamientos asociados a la masculinidad

De Keijzer (2010) considera que la perspectiva de género es una herramienta útil para explicar, entender y atender diversos aspectos de las relaciones entre hombres y mujeres las cuales están articuladas con base en relaciones de poder. La perspectiva de género nos permite estudiar cómo se van construyendo los significados de ser hombre y ser mujer que imperan en la cultura y que son transmitidos a las personas por las instituciones sociales que lo conforman, comenzando en la familia.

En este apartado se les presentaron a los jóvenes entrevistados algunas acciones o actividades que culturalmente se han adjudicado a los varones y que ha constituido lo que Connell (2015) denominó masculinidad hegemónica. La masculinidad hegemónica incorpora valores, actitudes y normas que aseguran el dominio de los hombres, la subordinación de las mujeres y la exclusión rasgos considerados femeninos (Connell, 1995). A los entrevistados se les preguntó si estaban de acuerdo, si consideraban que estas acciones, actitudes o actividades definían lo que era ser hombre.

En cuanto a ejercer el poder y el control (Connell y Messerschimdt, 2005 y Schongut (2012), tres jóvenes mencionaron que sí están de acuerdo en que a un varón lo distingue el que él tenga el poder y el control, y que los ejerza. Cabe señalar que, si un varón considera que él debe tener el poder y control tan solo por ser el varón, puede ejercer la violencia para obtenerlo. Es interesante que los varones crecen con la idea de que ellos deben ejercer el poder y control sobre las mujeres, y sobre otros varones que no cumplen con el estereotipo masculino. Cinco jóvenes no están de acuerdo, aunque mencionan que en algunas relaciones o casos sí han considerado que ellos deben tener el control, lo ejercen o bien lo creen.

Con respecto a enfrentar peligros, cuatro jóvenes mencionan que sí es una característica de ser varón el que enfrenten los peligros, en tener actitudes temerarias para mostrar que se es hombre y que no se tiene miedo a nada, lo que concuerda con tres universitarios que consideran que los hombres tienen que negar el miedo, es decir aunque sientan miedo, no deben mostrarlo.

En el aspecto sexual, tres de los entrevistados mencionan que los hombres tienen que exhibir su potencia sexual, los cinco restantes mencionan no estar de acuerdo con esta idea, que esto no es una característica que deba definir a un varón, pero sí lo han observado en diferentes amigos. Es interesante que los jóvenes entrevistados señalan que tener relaciones sexuales con trabajadoras sexuales, tener varias mujeres y andar con mujeres mucho más jóvenes para mostrar su virilidad, no deben ser rasgos definitorios del ser hombre (Connell, 1995).

Con referencia a las emociones, cuatro consideran que un hombre debe mostrarse duro, es decir, no ser sensible, no mostrar sus afectos abiertamente, ni públicamente, pues eso los hace ser débiles. Esto concuerda con la idea de que los hombres son racionales y no sentimentales, por lo cual deben anular o controlar sus sentimientos afectivos.

En relación con el consumo de alcohol como conducta que define a un varón, sólo dos jóvenes están de acuerdo, pues mencionan que es una forma de mostrar que se es fuerte, que es aguantador, que no tiene miedo, que domina y controla su conducta de bebedor.

Estos jóvenes no consideran que la crueldad hacia los animales sea una forma de mostrar la hombría, en cambio sí creen que hacer trabajos como de electricidad sin desconectar la corriente eléctrica, sin hacer caso de señales de seguridad, sino mostrar conductas temerarias sí es algo que define a los varones, es decir el varón tiene que mostrar que no tiene miedo, que controla y domina cualquier cosa, que soporta el dolor, el peligro, que él es fuerte, tiene el poder. Calvario y Diaz (2017) realizan un estudio muy interesante en donde se investiga como los jornaleros en Sonora soportan un clima muy caluroso, clima que sólo un hombre puede aguantar, mostrando otra de las conductas temerarias y muchas veces en contra de su salud, que realizan los varones para mostrar su masculinidad.

Por último, tres jóvenes mencionan que ellos sí demuestran la hombría con movimientos y posturas corporales, mencionan que sí lo hacen cuando entran a algún lugar, cuando están con algún grupo de personas, que con sus movimientos muestran que son hombres. Lo mismo hacen al demostrar su fuerza física en cada oportunidad que tienen, mostrar que son fuertes porque son hombres. En la construcción de la masculinidad un componente básico es la competitividad, asociada a la fuerza y a veces a la violencia. La competencia es uno de los ejes centrales por los que los chicos reafirman su masculinidad, porque ser competitivo es un valor de la hombría (Connell, 2003; Corsi y Bonino, 2003).

Tal y como lo mencionan Marqués (como se citó en Valdés y Olavarría, 1997) y Cazés (1994), parece que en el hogar los hijos han sido advertidos de que ellos son importantes o superiores, a través de diferentes acciones:

• Viendo que el padre en el hogar es la figura más importante.

• Darse cuenta de que un hijo al ser el sucesor del padre es un orgullo para la madre.

• Percibir que recibe un trato preferente sobre sus hermanas.

• Tener un refuerzo sexual por todo lo que realiza bien, se le dice que es todo un hombrecito, por ser responsable, atento, por comer bien, etc., lo que no ocurre con las niñas.

• Estar sujeto a una alternancia entre ser disculpado por el hecho de ser hombre o bien exigirle por ser hombre.

• Darse cuenta de la importancia que tiene el ser hombre para los familiares o personas próximas.

• Tener más alternativas de ocupaciones que las mujeres.

• Percibir que en los medios de comunicación los papeles importantes y protagonistas son desempeñados por los hombres.

Después en la escuela, en la comunidad, en el ambiente laboral y en otras instituciones sociales será donde se les ratifica que ser varón es ser importante. También puede ser que su propio padre le haya dicho explícitamente que él forma parte de un prestigioso colectivo, el de los hombres.

Masculinidad y violencia

El último apartado está relacionado con la violencia, contestando preguntas sobre ¿qué consideran que es la violencia?, y ¿un hombre tiene que ser violento?

“... cualquier tipo de acto que haga sentir mal a la otra persona... ya sea lastimando física o emocionalmente... tal vez si me pegan en el ego, tal vez es cuando ya respondo en algo verbal que me incomode y haga sentir mal a la otra persona... porque a mí... me hizo sentir mal.” Aldo (20 años)“

... es el hecho de lastimar de alguna forma a otra persona, yo creo.” Bruno (20 años)“

Yo creo que el hombre violento es como el que hace menos a una mujer o se cree superior a otras personas, igual pueden ser hombres, siempre quiere ser como el centro de atención.” Cristóbal (19 años)

“Yo creo que no debe haber violencia o simplemente si hay violencia que sea como que en defensa propia o en defensa de alguien a quien quieres de tu familia.” Diego (24 años)

“La violencia mmm... pues es como un acto con el fin de dañar a alguien más, por medio de agresiones tanto físicas, como verbales, sean directas o indirectas. La violencia de un hombre tiene que ser más física... porque se tiene que defender y tiene que saber pelear, porque si nada más es por insultos hasta te pueden decir marica porque no te enfrentas a la situación, eso no se ve tanto en las mujeres.” Ernesto (20 años)

“Para mí la violencia creo que es cualquier agresión, ya sea física o emocional, que se comete contra otra persona con la intención de hacerle... de buscar un daño. El hombre manifiesta la violencia con golpes, con palabras fuertes...”Gonzalo (21 años)

“... entonces si alguien me dice algo no es como, ay pues vamos a pelearnos aquí, pero sí suelo a veces responder... no exactamente con groserías, pero sí con ofensas, con insultos que tal vez bajan la autoestima y creo que en ese aspecto soy un poco violento.” Héctor (20 años)

Los resultados muestran cambios que los jóvenes menores de 23 años están haciendo en su concepción de ser hombres, nos exponen los aspectos que aún no han cambiado, sino que por el contrario permanecen muy arraigados, evidenciando la necesidad de seguir generando modificaciones en los supuestos de género, que promueven la desigualdad entre hombres y mujeres.

 

CONCLUSIONES

Como parte de las conclusiones, se resalta la importancia de establecer relaciones interpersonales equitativas desde la crianza, enseñando el respeto y valoración por el otro y por la otra, lo que en un futuro redundará en mejores relaciones en las siguientes etapas por las que vayan pasando.

Así mismo, se evidencia la relevancia de la familia como la primera institución educadora de hijos e hijas al ser casi siempre las madres y/o padres en su presencia o ausencia quienes van construyendo a las personas con base en los estereotipos de género con los que ellos también fueron educados y, en el caso de estos hombres es posible visualizar cómo fueron aprendiendo a ser hombres, siguiendo la mayoría de los roles asignados a su género.

Los participantes no han tenido oportunidad de reflexionar en el significado de ser hombre, mucho menos en el de ser mujer; sin embargo, la concepción que actualmente tienen nos muestra que ha habido cambios, pero que también se siguen perpetuando concepciones que generan violencia en la relación entre los géneros, al dar por hecho que no puede haber una relación de igualdad entre hombres y mujeres.

No cabe duda de que ha habido cambios en la actitud de estos jóvenes universitarios en el significado de ser hombres, de ser masculinos, sin embargo aún hay muchas actitudes y comportamientos que siguen reforzando las conductas de riesgo en los hombres, con el propósito de mostrar su hombría, a veces sinónimo de ser violentos.

Es necesario seguir insistiendo en la práctica de la equidad de género, a fin de que, tanto hombres como mujeres vayan incorporando nuevas formas de relación que permitan una convivencia armoniosa, autónoma, justa y benéfica y cuando no sea así, que ambos se den cuenta de que eso no es lo mejor para sus vidas y puedan decidir lo que más les convenga, sin tener que comprometerse en relaciones con poco futuro, destructivas y desgastantes. Finalmente valdría la pena reflexionar sobre las condiciones que viven también los hombres, ya que al igual que las mujeres, ellos han tenido que enfrentarse a una sociedad que los señala y los juzga cuando no cumplen con los mandatos sociales, generando malestares en esa contradicción del deber ser y la realidad que se vive.

 

REFERENCIAS

Calvario, J. y Díaz, R. (2017). Al calor de la masculinidad. Clima, migración y normativas de género en la Costa de Hermosillo, Sonora. Región y sociedad, número especial 5, 115-146.

Cazés, D. (1994). La dimensión social del género: posibilidades de vida para mujeres y hombres en el patriarcado. En: CONAPO. Antología de la Sexualidad Humana I (335-388) México: Porrúa.

Connell, R. (1995). La organización social de la masculinidad. En: T. Valdés y J. Olavarría (Ed.). Masculinidad/es: poder y crisis. Santiago de Chile: Ediciones de las Mujeres, 31-48.

Connell, R. W. (2003). La organización social de la masculinidad, en C. Lomas (ed.), ¿Todos los hombres son iguales? Identidades masculinas y cambios sociales. Barcelona: Paidós.

Connell, R. (2015). Masculinidades.México: UNAM – PUEG.

Connell, R. y Messerschmidt, J. W. (2005). Hegemonic masculinity. Rethinking the concept. Gender and Society, 19(6), 829-859.

Corsi, J. y Bonino, L. (2003). La masculinidad como factor de riesgo. Violencias Sociales, 117-137

Cubillas, M., Abril, E., Domínguez, S., Román, R., Hernández, A. y Zapata, J. (2017). Creencias sobre estereotipos de género de jóvenes universitarios del norte de México. Diversitas: Perspectivas Psicológicas, 12 (2), 217-230.

De Beauvoir, Simone (1989). El segundo sexo. Tomo I y II. México: Siglo Veinte.

De Keijzer, B. (2010). Masculinidades, violencia, resistencia y cambio. Tesis Doctoral, Universidad Veracruzana, Xalapa, México

García, J. y Mendizábal, G. (2015). Análisis jurídico de la paternidad con perspectiva de género: Una visión desde la masculinidad. Revista Latinoamericana de Derecho Social, 20, 31-59.

Hernández, A. y González, J. (2015). Los roles y estereotipos de género en los comportamientos sexuales de jóvenes de Coahuila, México: aproximación desde la Teoría Fundamentada. Ciencia ergo sum, 23 (2), 112-120.

Núñez, G. (2016). Los estudios de género de los hombres y las masculinidades: ¿qué son y qué estudian? Culturales, 3 (1), 9-3.

Ortiz, R.M. (2021). Resistencias históricas, sociales y culturales a la equidad de género en la UNAM. En: L.E. Torres y M.A. Dorantes Perspectiva de género en la atención integral de la salud. (39-58), México: UNAM, FES Iztacala.

Schongut, N. (2012). La construcción social de la masculinidad: Poder, hegemonía y violencia. Psicología.Conocimiento y Sociedad, 2(2), 27–65.

Segura, R.M. (2021). Antecedentes teóricos de la perspectiva de género. En: L.E. Torres y M.A. Dorantes Perspectiva de género en la atención integral de la salud. (17-38), México: UNAM, FES Iztacala.

Tong, R. y Fernandes, T. (2018). Feminist thought. A more comprehensive introduction. 5a edición, New York: Routledge.

Torres, L., Garrido, A., Reyes, A. y Ortega, P. (2008). Responsabilidades en la crianza de los hijos. Revista Enseñanza e Investigación en Psicología, 13 (1), 77-89.

Valdés, T. y Olavarría, J. (1997) (Eds.) Masculinidad/es. Poder y Crisis. Santiago de Chile: Editorial Isis y FLACSO