Simbiosis.
Revista de Educación y Psicología,
Volumen 2, No. 4, julio-diciembre 2022, ISSN-e: 2992-6904, Páginas 24-32
La necesaria evaluación
de la calidad de los programas de postgrado en Bolivia
The
necessary evaluation of the quality of postgraduate programs in Bolivia
A avaliação necessária da qualidade dos programas de
pós-graduação na Bolívia
Adhemar
Poma
adhemarpoma@gmail.com
https://orcid.org/
0000-0002-1706-7506
EMPIRIA – Conocimiento Incalculable, La Paz,
Bolivia
María Nelly Pereira Alvarez
mapereira.41@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-2851-5703
Universidad Mayor San Andrés, La Paz, Bolivia
I Artículo recibido en abril 2022 I Arbitrado
en mayo 2022 I Aceptado en junio 2022 I Publicado en julio 2022
https://doi.org/10.59993/simbiosis.v2i4.18
Hoy se vive en Bolivia una “explosión” de
ofertas de cursos de actualización y programas postgraduales
orientados a los diferentes campos del conocimiento y desarrollo profesional. A
diciembre del año 2018, estaban registrados en el padrón del Comité Ejecutivo
de Universidad Boliviana (CEUB) más de 3.000 programas de postgrado. Esta
cantidad no considera los postgrados de las universidades privadas cuya
autorización, control y seguimiento depende directamente del Ministerio de
Educación, Deportes y Culturas. Más allá de los trámites de autorización de
funcionamiento establecidos por las instancias oficiales tanto del CEUB como
del propio Ministerio de Educación se desconoce cuál ha sido el impacto
percibido por las personas que participaron de dichos programas en tanto que
también se ignora si existieron mejoras en términos del retorno sobre la
inversión realizada y otros resultados intangibles. Se trata de contar con
parámetros de referencia que faciliten insumos valiosos para la toma decisiones
que apunten al mejoramiento de la gestión de la formación postgradual.
Algunas preguntas cardinales son: ¿por qué es necesaria la evaluación?, ¿cuál
será el uso de los resultados?, ¿qué elementos y aspectos se quiere evaluar? ¿qué incluye o excluye?, entre otras. En consecuencia, el
modelo de evaluación que se diseñe debe ser sistemático, riguroso, oportuno y
coherente. La evaluación de la calidad de la educación postgradual
es un reto estratégico para el país. Una evaluación que se convierta en el
mecanismo bisagra entre el sistema universitario en general, y postgradual en particular, y el desarrollo económico,
cultural y productivo del país.
Palabras
clave: Educación; Evaluación; Calidad; Desarrollo
Bolivia today lives in an "explosion" of offers refresher
courses and programs to postgraduales different
fields of knowledge and professional development. As of December of last year, 2018,
more than 3,000 postgraduate programs were registered in the register of the
Executive Committee of Universidad Boliviana (CEUB).
This amount does not consider postgraduate degrees from private universities
whose authorization, control and monitoring depends directly on the Ministry of
Education.
Beyond the operating authorization procedures established by the
relevant authorities of both CEUB and the Ministry of Education itself it is
unknown what the impact has been felt by the people who participated in these
programs while it is also unclear whether there were improvements in terms of
return on investment and other intangible results.
It is to have benchmarks that provide valuable inputs for making
decisions aimed at improving the management of postgradual
training. Some essential questions are: why the evaluation is needed ?, what will be the use of the results ?, what
elements and aspects is to be evaluated? what includes
or excludes ?, among others. Consequently, the evaluation model that is designed
must be systematic, rigorous, timely and consistent. Evaluation of the quality
of education postgradual is a strategic challenge for
the country. An evaluation that becomes the hinge mechanism between the
university system in general, and postgraduate in particular, and the economic,
cultural and productive development of the country.
Keywords: Education; Evaluation; Quality; development
RESUMO
Hoje na Bolívia há uma "explosão" de ofertas de cursos de
atualização e pós-graduação voltados para as diversas áreas do conhecimento e
desenvolvimento profissional. Em dezembro de 2018, mais de 3.000 programas de
pós-graduação foram registrados no registro do Comitê Executivo da Universidade
Boliviana (CEUB). Este valor não contempla os cursos de pós-graduação de
universidades privadas cuja autorização, controle e acompanhamento dependem
diretamente do Ministério da Educação, Esportes e Cultura. Além dos procedimentos
de autorização de funcionamento estabelecidos pelas instâncias oficiais tanto
do CEUB quanto do próprio Ministério da Educação, não se sabe qual tem sido o
impacto percebido pelas pessoas que participaram desses programas, como também
não se sabe se houve melhorias em termos do retorno do investimento realizado e
outros resultados intangíveis. Trata-se de ter parâmetros de referência que
forneçam subsídios valiosos para a tomada de decisões que visem melhorar a
gestão da formação pós-graduada. Algumas questões cardeais são: por que a
avaliação é necessária?, qual
será o uso dos resultados?, quais elementos e aspectos
você deseja avaliar? O que inclui ou exclui?, entre outros. Consequentemente, o modelo de avaliação que se
desenha deve ser sistemático, rigoroso, atempado e coerente. A avaliação da
qualidade da pós-graduação é um desafio estratégico para o país. Uma avaliação
que se torna o mecanismo de articulação entre o sistema universitário em geral,
e o sistema de pós-graduação em particular, e o desenvolvimento econômico,
cultural e produtivo do país.
Palavras-chave: Educação; avaliação; qualidade; desenvolvimento
La extrema globalización y “tecnologización”
de la sociedad actual junto al incremento de la competitividad en el mercado de
trabajo, bienes, servicios y conocimientos, están induciendo a las personas, cada vez con mayor
recurrencia, a asistir a programas de formación superior avanzada. Así, adquirir
formación de postgrado se puede considerar como una estrategia de desarrollo
profesional, que en un ambiente dinámico y de calidad, puede llegar a
convertirse en un factor de excelencia y de generación de nuevas oportunidades
profesionales.
Del mismo modo, en
distintas instituciones de educación superior, sean de gestión privada o
pública, se observa una “explosión” de ofertas de cursos de actualización y
programas postgraduales orientados a los diferentes
campos del conocimiento y desarrollo profesional. Tanto es así que los
registros del Comité Ejecutivo de Universidad Boliviana consignan más de tres
mil programas de postgrado vigentes en todo el país a diciembre del año pasado
2018. Esta cantidad no considera los postgrados de las universidades privadas
cuya autorización de la oferta, control y seguimiento depende directamente del
Ministerio de Educación de Bolivia por medio del Viceministerio de Educación
Superior y Formación Profesional. De acuerdo con la normativa existente, la formación postgradual
se canaliza en las siguientes certificaciones: Diplomado, Especialidad,
Maestría, Doctorado y Post doctorado.
Sin embargo y paradójicamente,
ante esta realidad masiva de oferta y demanda de cursos de postgrado, aún no se
ha instalado un mecanismo de evaluación de calidad de estos programas, más allá
de los trámites de autorización de funcionamiento establecidos por las
instancias oficiales; por tanto, se desconoce cuál ha sido el impacto percibido
por las personas que participaron de dichos programas en tanto que también se desconoce
si existieron mejoras en términos del retorno sobre la inversión realizada y
otros resultados intangibles, motivo por el que se plantea el presente trabajo.
Ahora bien, el capítulo sexto de la Constitución
Política del Estado Plurinacional de Bolivia (CPEPB) del 29 de febrero de 2009,
en el artículo 89 establece:
·
El seguimiento, la medición, evaluación y
acreditación de la calidad educativa en todo el sistema educativo estará a
cargo de una institución pública, técnica especializada, independiente del
Ministerio del ramo. Su composición y funcionamiento será determinado por la
ley.
Asimismo, la Ley de Educación “Avelino Siñani - Elizardo Pérez” No.70,
en el artículo 83, establece la creación del Observatorio Plurinacional de la
Calidad Educativa (OPCE). Espcíficamente menciona:
1. Se
crea el Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa, institución pública
descentralizada, técnica, especializada, independiente en cuanto al proceso y
resultado de sus evaluaciones. Su funcionamiento será reglamentado mediante
Decreto Supremo.
2. El
Observatorio Plurinacional de la Calidad Educativa estará encargado de realizar
el seguimiento, medición, evaluación y acreditación de la calidad educativa del
sistema educativo en los subsistemas Regular, Alternativo y Especial.
3. Su
composición está constituida por un Directorio, Directora o Director Ejecutivo y
un equipo técnico multidisciplinario especializado.
Sin embargo, se han establecido diversas opiniones
críticas al funcionamiento del OPCE. “El actual Observatorio Plurinacional de
la Calidad Educativa, creado en el marco de la Ley Avelino Siñani,
es un escuálido sustituto del SIMECAL; tan pobre es su desempeño, que
prácticamente no vale la pena referirse a él. En cinco años de funcionamiento,
(…) este Observatorio no pudo crear indicadores validados para ser aplicados en
pruebas de aprendizaje y en evaluaciones de gestión educativa; carece de
planes, programas definidos y un presupuesto suficiente; su personal es
improvisado, incompetente y desprovisto de las calificaciones técnicas
necesarias”
En este contexto,
podría decirse que la práctica general de la evaluación de la calidad de la
educación en Bolivia es incipiente. Según Gamarra, en los niveles primario y
secundario el país se apartó de las evaluaciones sobre calidad de la educación
El sentido o
significado de calidad dentro de la educación no es único ni preciso. Como
resultado de diversas concepciones acerca de los objetivos de la educación, siempre
ha habido discrepancias acerca de su significado y, consecuentemente, sobre los
mecanismos y criterios para evaluarla
Hoy se hacen
esfuerzos para determinar si la educación que se brinda en los diferentes
niveles, áreas y modalidades de la educación es de calidad, una calidad
referida a determinados criterios y parámetros según las particularidades de
cada región o país. Tanto es así que en muchos países hay instituciones
orientadas a la evaluación de la calidad de la educación auspiciados por sus
ministerios de educación y en otros casos, a través de universidades o
instituciones autónomas.
Internacionalmente,
diferentes organizaciones de reconocida trayectoria han planteado la necesidad
de proyectar la evaluación de la calidad desde una perspectiva comparativa de
las intenciones de los Estados las mismas que están plasmadas en políticas y
programas de evaluación de la calidad.
Tradicionalmente
y desde fines del siglo pasado en la educación superior se ha asociado la
calidad a tres ámbitos diferentes pero vinculados: la docencia, la
investigación y la extensión; las que conjuncionan la
valoración del personal docente, los programas académicos propiamente, los
métodos de enseñanza-aprendizaje, los aspectos metodológicos y la investigación
para el desarrollo (Tunnermann, 1996). Otro indicador
en el enfoque tradicional de la calidad en la educación superior estaba,vinculado al contenido de
sus currículos; y así, la educación posgraduada surge se desarrolla y
perfecciona como una extensión de las carreras universitarias con contenidos
complementarios y de especialización respondiendo a una necesidad de
perfeccionamiento de la práctica profesional.
Finalmente, y
desde los primeros años del siglo presente, el concepto de calidad ha ido
evolucionando al aseguramiento de la calidad; enfoque que incluye las tareas de
distintos actores involucrados tendientes a mejorar y promover la calidad de la
educación superior en todas sus dimensiones. Así, abarca los procesos internos
de la institución, los lineamientos que dictan los actores políticos desde las
diferentes esferas gubernamentales con instrumentos de política para tal
efecto.
Las
características particulares que le dan una especificidad propia al proceso
enseñanza-aprendizaje en la educación de postgrado, se manifiestan en los
objetivos del proceso de “aprender a aprender” y “enseñar a pensar” a un
estudiante adulto con capacidad crítica y reflexiva que contribuye con sus
iniciativas a la solución de los problemas profesionales; contando con un docente
dotado de medios y estrategias adecuadas al propósito y los objetivos a
alcanzar, cuya misión es organizar, estimular, integrar y coadyuvar el proceso de
educación avanzada.
En este nivel el
docente es un guía que viabiliza las experiencias de aprendizaje o
re-aprendizaje y establece una relación recíproca con el educando donde ambos
aprenden entre sí, mediante el uso de estrategias pedagógicas flexibles que
permiten el desarrollo de la creatividad de todos los integrantes del proceso: estudiantes
y docentes
“No puede negarse la
importancia -y hasta la urgencia- de la evaluación de la calidad de los
programas formativos (…) en un ambiente cambiante y competitivo como lo es el actual”.
De acuerdo con la
literatura internacional se identifican diferentes procedimientos para evaluar
la calidad de programas de postgrado, como ser:
- Aplicación del instrumento de medición MASTERQUAL que considera
tres elementos a evaluar: a) elementos materiales, b) elementos académicos y,
c) resultados alcanzados
-
Escala de criterios
de Gago: a) la eficacia y la eficiencia, b) la pertinencia, c) la trascendencia
y equidad; sobre ellos se construyen indicadores, estándares y parámetros (En Cardoso & Cerecedo, 2011).
- Niveles de evaluación de impacto: a) reacción, b) aprendizaje, c)
conducta y d) resultados.
Se trata de
contar con parámetros mínimos de referencia para un proceso de evaluación de la
calidad de los programas de postgrado que facilite recuperar insumos valiosos
para la toma decisiones que apunten al mejoramiento de la gestión de la
formación postgradual.
En el caso
boliviano, con pocas excepciones, se desconoce la importancia de las
evaluaciones. Los docentes son reacios a evaluar su propio desempeño, pero
tampoco los estudiantes, como beneficiarios directos de los procesos
formativos, exigen información sobre la calidad de los centros de formación
académica y de la oferta propiamente. Los organismos públicos no generan
indicadores de calidad ni proveen información de la gestión educativa. Diferentes
universidades ofertan sus servicios con garantía de excelencia académica; sin
embargo, en su generalidad estas instituciones no realizan evaluaciones de
impacto de sus programas; las pocas que las realizan únicamente se basan en
evaluaciones de satisfacción e importa poco o nada superar sus falencias y
mejorar el servicio educativo que brindan al no existir una entidad que las
regule y mida en su desempeño.
Por su parte, las
personas que deciden cursar un programa de postgrado esperan recibir servicios
de calidad idóneos que les permita gozar de beneficios futuros, ya sean éstos
reflejados en un mayor ingreso económico, mayor empleabilidad, mayor
autorrealización o mayor desarrollo integral. Sin embargo, muchas veces las
expectativas de calidad no se ven reflejadas en la realidad del proceso
educativo ni tampoco en mejoras posteriores al programa cursado.
Para iniciar un
proceso evaluación, Fitzpatrick et al. (2004)
señalaron que es preciso entender lo que impulsa una evaluación, su propósito o
finalidad mayor. Para ayudar a establecer la finalidad, los autores sugieren
considerar algunas preguntas guías como: ¿por qué es necesaria la evaluación?,
¿cuál es su propósito?, ¿qué preguntas contestará?, ¿cuál será el uso de los
resultados?, ¿quién los utilizará?, ¿quiénes necesitan conocer los hallazgos?,
¿qué es lo que se pretende evaluar? ¿qué elementos y
aspectos se quiere evaluar? ¿qué incluye o excluye?,
¿en qué tiempo se evaluará?,¿quiénes serán los implicados?, ¿cuáles son los
objetivos y metas del programa a ser evaluado?, ¿qué necesidades se pretenden
atender? ¿en qué momento es conveniente evaluar? ¿cómo evalúo? (Como se cita en Correa, 2013, p.11) En
consecuencia, el modelo de evaluación que se diseñe debe ser sistemático,
riguroso, oportuno y coherente, que contemple las funciones requeridas para responder
a las interrogantes básicas de forma integrada.
No obstante, a
pesar de la existencia de distintos formatos de evaluación que pueden ser
utilizados para la valoración de programas de formación, en este caso postgraduales, un modelo muy utilizado y bastante difundido
a nivel mundial, principalmente en organizaciones productivas es el propuesto
por Donald Kirkpatrick, debido a que cada vez más es
recurrente la necesidad de identificar el impacto de los procesos formativos en
general (como se cita en Correa, 2013, p.15). Aspecto que perfectamente se
enlaza con las características de la evaluación de programas postgraduales puesto que éstos implican una especialización
en un área de desempeño del cursante, una inversión pecuniaria considerable,
además de tiempo y esfuerzos, sin descontar que los conocimientos y habilidades
aprendidos deben repercutir en una mayor productividad, tanto en el ámbito
personal como en el laboral-institucional.
Hoy no es posible
entender ningún proceso formativo sin considerar la evaluación de la calidad.
Desde finales del siglo pasado (década de los noventa) la evaluación de la
calidad ha sido un factor recurrente tanto en políticas públicas nacionales
como en el presupuesto de financiamiento de los organismos internacionales.
Regionalmente
hablando, en el área iberoamericana ha sido un tema de preocupación y debate en
casi todos los países desde hace varios años, especialmente cuando en las
reformas del nivel terciario de la educación se ha incorporado a la evaluación
de la calidad como una de sus prioridades. En la práctica, la evaluación
aparece de un modo cada vez más sistemático siguiendo parámetros de
acreditación académica a partir del cumplimiento de normativas derivadas de
organismos de acreditación no solo nacionales sino también internacionales.
En esta tesitura,
en los últimos años se visibilizan dos tendencias: 1. Vinculación de la
evaluación de la calidad a la expedición de una acreditación o certificación,
previo cumplimiento de requisitos y 2. Adecuación de los contenidos
curriculares a las demandas del mundo del trabajo, generación de puentes entre
los requerimientos de sociedad y la oferta formativa de pregrado y,
principalmente, de postgrado, considerando principios de transparencia,
imparcialidad política y capacidad de fuerte autocrítica.
De otro lado, la
constitución de redes y/o agencias de evaluación internacionales supone la
apertura de nuevos espacios de análisis, debate y formulación de propuestas
para identificar, diseñar, aplicar y monitorear intervenciones evaluativas que
generen información estratégica para una adecuada toma de decisiones que
impacte en el fortalecimiento de la educación superior en general y de la
educación postgradual en particular. este En entendido será medular estimar el desarrollo
económico y productivo de cada país, sus niveles de productividad y
competitividad considerando la forma en que estos niveles están directamente
asociados al desarrollo formativo universitario.
Es cierto que la
ampliación de la oferta curricular postgradual, la
complejidad de los sistemas universitarios y la masificación de este nivel de
educación avanzada constituyen nuevos modos de abordaje de la evaluación de los
programas postgraduales que deben ir más allá de la
simple intención de las autoridades para convertirse en verdaderas políticas
públicas que se plasmen en proyectos operativos para transformar la educación postgradual considerando las constantes necesidades de
cambio, perfeccionamiento y adaptación a nuevos contextos institucionales,
internos y externos.
La evaluación de
la calidad de la educación postgradual es un reto
estratégico para cualquier país. No basta con la creación de sistemas
integrados de aseguramiento de la calidad, tampoco con únicamente la instalación
de mecanismos de control de calidad, dependan de donde dependan. Por ejemplo,
está en ciernes la creación de la Agencia Plurinacional de Acreditación que
articulará los procesos de evaluación y acreditación de las ofertas formativas
de pregrado y postgrado de las universidades públicas y privadas en Bolivia. Se trata de lograr un sistema universitario en
general y postgradual en particular empalmado con el
desarrollo político, económico, cultural y productivo del país, donde la
evaluación de la calidad se constituya en el mecanismo bisagra para alimentar,
re alimentar y retroalimentar la innovación y la pertinencia de la educación
superior.
Lo anterior
implica desarrollar todo un instrumental metodológico evaluativo capaz de identificar
y promover nuevas modalidades de enseñanza, nuevos tipos de programas con una
enfoque de “educación dual” (basado en un fuerte énfasis en la práctica de
conocimientos y habilidades, con horas de aplicación en ámbitos y desempeños
reales); docentes convertidos en facilitadores de la optimización de
competencias profesionales; contenidos remozados permanentemente y orientados
al desarrollo vertiginoso del campo laboral de los cursantes postgraduales, con el uso de la tecnología cada vez más
sorprendente. De este modo la evaluación de la calidad de los programas postgraduales se convertirá en el elemento gatillador del vínculo estrecho que debe existir entre la
academia y el desarrollo en todas sus dimensiones.
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