Simbiosis.
Revista de Educación y Psicología,
Volumen 3, No. 5, enero-junio 2023, ISSN-e: 2992-6904, Páginas 67-83
Recursos psicológicos ante el duelo.
Intervención psicosocial en una comunidad semi rural
Psychological resources before the duel.
Psychosocial intervention in a semi-rural community
Recursos psicológicos antes do duelo. Intervenção
psicossocial numa comunidade semi-rural
Juan Carlos Ortiz Ruiz
0538373g@umich.mx
https://orcid.org/
0000-0003 0072 7835
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
María Elena Rivera Heredia
maria.elena.rivera@umich.mx
https://orcid.org/0000-0002-5835-0789
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
Ma. del
Rocío Figueroa Varela
rocio.figueroa@uan.edu.mx
https://orcid.org/0000-0003-0858-383X
Universidad Autónoma de Nayarit, Tepic,
Nayarit, México
| Artículo recibido en enero 2023 | arbitrado
en febrero 2023 | aceptado en febrero 2023 | publicado en mayo 2023
https://doi.org/10.59993/simbiosis.v3i5.26
Resumen
El objetivo
de este capítulo es describir la experiencia de aplicación de un taller
diseñado para fortalecer los recursos psicológicos afectivos ante la
experiencia de duelo por muerte o separación de un ser querido. Los
participantes fueron catorce habitantes de la colonia La
Aldea, que forma parte del área semi rural del municipio de Morelia, Michoacán, en México, los cuales manifestaron vivir
experiencias de pérdida vinculadas a separaciones y fallecimientos. El diseño
del taller estuvo encaminado a favorecer la expresión emocional de los
participantes, en torno a sus respectivas experiencias de duelo, mediante la
expresión oral, como escrita. La evaluación se realizó cualitativamente, a
través de observación, autorregistros y
cuestionarios, en los cuales se muestran tanto las elaboraciones en torno a la
pérdida que vivieron los participantes, principalmente a través de sus recursos
espirituales, así como el fortalecimiento de los recursos psicológicos de tipo
afectivo como la empatía, y los sociales como la conformación de redes de
apoyo. La retroalimentación de los participantes señala agradecimiento e
interés porque talleres similares continúen llevándose a cabo.
Palabras
clave: Pérdida;
Recursos espirituales; Recursos afectivos; Intervención psicosocial
Abstract
The
objective of this chapter is to describe the
experience of the implementation of a workshop in order to strengthen affective psychological resources in the face of
the experience of mourning due to the death or separation of a loved one. The
workshop participants were settlers of La Aldea
neighborhood, which is part of the semi-rural area of the municipality of
Morelia, Michoacán, in Mexico. They had direct or indirect migratory
experience. The design of the workshop was aimed at favoring the emotional
expression of the participants, around their respective grieving experiences,
through oral expression, as well as writing through self-records. The
evaluation was carried out qualitatively, through observation, self-records and questionnaires which show both the elaborations around the loss that the
participants experienced, mainly through their spiritual resources, as well as
the strengthening of psychological resources, such as the empathy which is an
affective resource, and the formation of support networks, which is a social
resource. Feedback from participants indicates appreciation and interest that
similar workshops continue to take place.
Keywords: Loss; Spiritual
resources; Affective resources; Psychosocial
intervention
Resumo
O objetivo deste
capítulo é descrever a experiência de aplicação de uma oficina de
fortalecimento de recursos psicológicos afetivos diante do luto pela morte ou
separação de um ente querido. Os participantes foram quatorze
habitantes do bairro La Aldea, que faz parte
da zona semirrural do município de Morelia, Michoacán, no México,
que afirmaram ter vivido experiências de perdas ligadas a separações e mortes.
O desenho da oficina visou favorecer a expressão emocional dos participantes,
em torno de suas respectivas vivências de luto, por meio da expressão oral, bem
como da escrita. A avaliação foi realizada qualitativamente, por meio de
observação, autorregistros e questionários, que
mostram tanto as elaborações em torno da perda que os participantes vivenciaram,
principalmente por meio de seus recursos espirituais, quanto o fortalecimento
dos recursos psicológicos de tipo afetivo como a empatia ,
e os sociais como a formação de redes de apoio. O feedback
dos participantes indica apreço e interesse por workshops semelhantes
continuarem a ser realizados.
Palavras-chave: Perda; Recursos espirituais; Recursos afetivos; Intervenção psicossocial
INTRODUCCIÓN
En el contexto de la pandemia por COVID-19 la Red para la
promoción de la Salud, Educación y Bienestar psicosocial conocida como RED
CORYMI (2021) como parte de un proyecto de investigación e incidencia
financiado por CONACYT, buscó la forma de acercar servicios psicológicos a
grupos vulnerables, especialmente a personas que viven en comunidades rurales y
a personas con experiencia migratoria. En este trabajo se reporta el
acercamiento que se tuvo con colonos de una localidad marginal del municipio de
Morelia a quienes se les impartió un taller denominado: “Mis recursos psicológicos ante la ausencia de mi ser
querido” cuyo facilitador fue el Mtro. Juan Carlos Ortiz Ruiz, el tema de este
taller forma parte de la línea de investigación en la que se ha trabajado en
los últimos años (Ortiz-Ruiz, 2022;
Ortiz-Ruiz et al., 2021), sin embargo, en sus
estudios previos su abordaje estaba concentrado en la generación del
conocimiento, mientras que la aplicación del taller que aquí se presenta,
permitió poner dicho conocimiento en práctica y, beneficiar con ello, a una
comunidad interesada en contar con más información y apoyo en aspectos
emocionales.
El duelo
El
duelo es una experiencia compleja, derivada de la pérdida de alguien o de algo
significativo, comúnmente asociados con los fallecimientos de las personas
amadas. Esto se explica por la tendencia de los seres humanos a establecer
fuertes lazos emocionales, derivados de una necesidad humana de protección y
seguridad. La pérdida de esos lazos emocionales, que implican diferentes formas
de protección, seguridad, y de afecto, tienen mayor potencial de activar las
reacciones de apego más intensas: como el llorar, gritar, o bien la expresión
del enojo, la incredulidad y la agresividad (Gómez-Sancho, 2018). La pérdida genera
manifestaciones cognitivas, emocionales, conductuales, y somáticas, que, si
bien son diversas, se consideran normales (Bui, 2017;
Worden, 2013).
La elaboración del duelo
implicaría la construcción de sentido en torno a la persona fallecida o
ausente, partiendo del reconocimiento de aquellos elementos que constituyen el
vínculo afectivo entre la persona fallecida y quien le sobrevive (Neimeyer, 2002). La construcción de sentido de la pérdida
tiene por finalidad atribuir significados a los sucesos dolorosos, ocurridos a
través de la organización de las experiencias de manera narrativa (Aulet et
al., 2019).
Los
recursos psicológicos son definidos como un conjunto de elementos y aptitudes,
tangibles o intangibles, que ayudan al individuo a afrontar situaciones
percibidas como estresantes o amenazantes; en este sentido, son factores de
protección psicológica que ayudan a las personas a llevar a cabo procesos de
evaluación y de afrontamiento ajustadas a las situaciones adversas que se les
presentan a lo largo de la vida y en consecuencia, que permiten resistir y
aprender de las vicisitudes de la vida, por lo que inciden de manera positiva
en el bienestar y la salud de las personas (Vega-Vázquez et al., 2011).
Los recursos psicológicos
se encuentran tanto en la persona, a modo de recursos individuales,
como también en su contexto social inmediato. A pesar de que se trata de un
constructo en constante revisión y sistematización, el modelo de recursos
psicológicos planteado por Rivera Heredia et al. (2006), Rivera-Heredia y
Pérez-Padilla (2012) y descrito con mayor detalle por Ramírez-Baeza y
Rivera-Heredia (2018) presenta una clasificación basada en seis tipos de
recursos psicológicos: 1) recursos afectivos,
referidos al manejo que la persona tiene de sus emociones y la forma en que
recupera el equilibrio en situaciones desbordantes; 2) recursos cognitivos, que
refieren a las percepciones y creencias entorno al sí mismo, hacia los demás, y
hacia la vida; 3) los recursos instrumentales, que contemplan las habilidades
para relacionarse con los demás; 4) los
recursos sociales se conciben como la red de apoyo y la capacidad de buscar
ayuda, y el altruismo, 5) los recursos materiales, entendidos como los recursos con
los cuales dispone la persona para la satisfacción de sus necesidades
elementales, como lo son la alimentación, la vivienda, y la vestimenta. Adicionalmente
se incorporan 6)
los recursos familiares (Rivera-Heredia & Andrade Palos, 2010), que se evalúan a través de las
relaciones intrafamiliares con las dimensiones de unión y apoyo, expresión y
dificultades.
Los
recursos espirituales
Los recursos espirituales son
otro tipo de recursos psicológicos, que pueden o no estar asociadas a las
creencias religiosas, y constituyen estrategias de afrontamiento ante las
angustias derivadas del sufrimiento, muerte, o de la soledad, al tiempo que se
sustentan en una serie de elementos, como la creencia de la existencia de una
realidad más allá de la experiencia ordinaria, en ritualizaciones
que tienen por finalidad entrar en contacto con otro plano espiritual, o en la
posesión de códigos morales o principios éticos, textos sagrados, con los que
se promueve la generación de estados internos que pretenden armonizar al
individuo con lo divino, y con la creencia en una forma de vida trascendente
posterior a la muerte (Yofre, 2008). El afrontamiento
religioso espiritual puede ser un factor protector para generar una respuesta resiliente ante situaciones de enfermedad o de
discapacidad, debido a que propician una interpretación de las situaciones
dolorosas, tanto en quienes padecen, como en quienes les acompañan. Sin
embargo, también pueden generar respuestas como la culpabilidad y al
autocastigo, lo que evidencia que los axiomas en los que se soportan las
creencias religiosas, pueden orientarse por una parte hacia la comprensión, la
empatía y el amor, o bien, hacia la persecución, la amenaza o el miedo (Huerta-Ramirez y Rivera Heredia, 2018). Esto implica, que la
religiosidad puede favorecer el afrontamiento resiliente,
o bien, pueda constituirse como un factor que lo obstaculice (Simkin, 2017; Urchaga-Litago,
Morán-Astorga & Fínez-Silva, 2019).
Se cuenta con antecedentes de
intervenciones basadas en el fortalecimiento de los recursos psicológicos que
se han empleado en población con diversos tipos de experiencias migratoria en
el estado de Michoacán (Rivera-Heredia, 2021), sin embargo, ninguno de ellos
estuvo enfocado en el
proceso de duelo en personas que viven en una comunidad semi
rural, por lo que este abordaje permitirá ampliar el conocimiento sobre la
utilidad y pertinencia de este enfoque y tema en este tipo específico de
población.
Contexto
del lugar donde se realizó la intervención y contacto inicial
La colonia La Aldea, de Morelia, Michoacán, se encuentra habitada
por muchas personas que tuvieron que asentarse de manera irregular. Se perciben
carencias de pavimentación así como de piso firme en las casas, y un entorno de
violencia por robos, venta de droga, y violencia intrafamiliar.
Figura
1. Imagen
de los alrededores de la Colonia La Aldea en el municipio de Morelia,
Michoacán, en México
La líder de esta colonia, había manifestado ante personal del
Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) su interés en
que se llevarán a cabo pláticas o talleres con los pobladores. Su necesidad
coincidió con la realización de un proyecto derivado de la RED CORYMI (2021),
en el que se ofrecía impartir talleres para promoción del bienestar psicosocial
a comunidades de alta vulnerabilidad social, principalmente rurales o
migrantes, entre los que se encontraba el presente taller sobre manejo del
duelo. Un integrante de la red es quien busca a un funcionario del DIF
municipal ofreciendo la impartición de este taller y dicho funcionario lo
deriva con la líder de la colonia para que inicien conversaciones y vean la
posibilidad de llevarlo a cabo.
Características
de los participantes
La intervención se realizó a un grupo de 14 personas, 13 mujeres y
un hombre con un rango de edad de entre 20 a 83 años, que asistieron de manera
itinerante durante las cuatro sesiones (Tabla 1). Entre los participantes nueve
tenían familiares migrantes directos (64.2%), tanto en el interior del país,
como en EE. UU. Las experiencias de separación familiar estuvieron presentes en
13 de los 14 participantes (92%), mientras que el tener familiares fallecidos
en 10 de los 14 participantes (71.4%). Además, tenían familiares que se
dedicaban al trabajo agrícola, mientras que cuatro de los participantes tenían
experiencia migratoria en el interior del país.
Tabla 1. Participantes del taller |
|||||||
Nombre* |
Sexo |
Edad |
Escolaridad |
Ocupación |
Sesiones
asistidas |
Con
familiares fallecidos |
Con
separación familiar |
Raquel |
Mujer |
34 |
Preparatoria |
Trabajadora |
4 |
X |
X |
Chelo |
Mujer |
48 |
Preparatoria |
Trabajadora |
4 |
X |
X |
Isabel |
Mujer |
28 |
Secundaria |
Vendedora |
4 |
X |
X |
Karla |
Mujer |
32 |
Secundaria |
Trabajadora |
2 |
X |
X |
Rosa |
Mujer |
54 |
Primaria |
Vendedora |
2 |
X |
X |
Laura |
Mujer |
58 |
Primaria |
Trabajadora |
2 |
X |
X |
Jessica |
Mujer |
23 |
Preparatoria |
Trabajadora |
1 |
|
X |
Isela |
Mujer |
20 |
Licenciatura |
Estudiante |
1 |
|
X |
Valeria |
Mujer |
26 |
Preparatoria |
Trabajadora |
1 |
|
X |
Beatriz |
Mujer |
61 |
Sin
estudios |
Ama
de casa |
1 |
X |
X |
Lucia |
Mujer |
75 |
Sin
estudios |
Trabajadora |
2 |
X |
|
Reyna |
Mujer |
83 |
Sin
estudios |
Ama
de casa |
2 |
X |
X |
Ricardo |
Hombre |
78 |
Sin
estudios |
Trabajador |
3 |
X |
X |
Mago |
Mujer |
72 |
Sin
estudios |
Trabajadora
doméstica |
1 |
X |
X |
Notas:
*Todos los nombres utilizados son pseudónimos.
Aspectos metodológicos en torno al
diseño e implementación del taller
Cabe recalcar que, desde un inicio, la líder de la
colonia solicitó que el taller fuera diseñado de forma abierta y flexible
para que los futuros asistentes acudieran a la sesión que pudieran, o que al
menos cada sesión se entendiera por sí misma.
Ella fue quien dio aviso a los vecinos de la colonia para que asistieran
al taller y prestó su casa para la realización de las sesiones.
El taller tuvo por objetivo
fortalecer los recursos psicológicos afectivos, empleados ante las experiencias
de duelo de los participantes. Se abordó específicamente el recurso psicológico
del manejo de emociones que puedan resultar desagradables, como la tristeza, el
enojo, el miedo, y la angustia. El método elegido para el diseño y comprensión
del taller fue de tipo cualitativo y es denominado método fenomenológico (Creswell & Poth, 2018), dado
que se trabajó con la expresión y los significados con los que los
participantes daban sentido a su experiencia emocional.
El taller (ver
Tabla 2) se diseñó y se planificó con 4 sesiones. Las primeras 2
sesiones tuvieron la finalidad de favorecer el contacto de los participantes
con sus propias emociones, identificándolas, simbolizándolas mediante la
escritura, y expresándolas verbalmente a otros en un ambiente favorable para
ello, esto con la finalidad de familiarizarles con la dinámica. Las dos
sesiones posteriores tuvieron por finalidad contactar con las emociones
generadas por la ausencia de un ser querido, y de igual modo, identificarlas,
simbolizarlas y expresarlas verbalmente, con lo cual se espera tener un efecto
integrador de sus experiencias, con su sentir y su expresión, y con ello abonar
a la resignificación de la pérdida, tal como lo
propone Neimeyer (2002).
Todas las sesiones trabajaron la misma secuencia hacia el interior
de las mismas, que iniciaba con una exposición por parte del facilitador,
seguido por la aplicación de autoregistros, para
posteriormente realizar ejercicios de reflexión sobre los mismos, y continuar
con una retroalimentación. Para finalizar se realizaba el cierre. La forma en la que se abordó el
trabajo de los recursos psicológicos afectivos constó de instar a los
participantes en abordar sus emociones en cuatro pasos, los cuales fueron: 1)
identificación de la emoción, 2) reconocimiento de la emoción (nombrar la
emoción), 3) aceptación de que se siente la emoción, y 4) expresión de las
emociones.
Los
autorregistros, inspirados en la técnica de reestructuración
cognitiva (Chávez-León, et al., 2014) y el trabajo de grupo focal (Hamui-Sutton & Varela-Ruiz, 2012) fueron
elementos clave para la intervención, a través
de los cuales se plantearon temas de reflexión a los participantes en torno a
las emociones y a la experiencia de duelo. Ejemplos de ello pueden
apreciarse en la Figura 2. Mediante el análisis de la expresión oral y
escrita de las emociones planteadas, se espera que los propios ejercicios de
expresión favorezcan el reconocimiento y la autorregulación de las emociones
desagradables.
La evaluación del taller, en cuanto a evaluación de proceso, se
realizó mediante los autorregistros respecto a la
expresión emocional, y mediante observaciones basadas en los diarios de campo
redactados después de cada sesión por el facilitador. Y la evaluación
final se captó a través de la aplicación de una
escala de satisfacción de los usuarios.
Tabla 2. Características del taller “Mis
recursos psicológicos ante la ausencia de mi ser querido” |
|
Nombre |
Mis recursos psicológicos ante la ausencia de mi ser querido |
Objetivo |
Fortalecer los recursos afectivos de afrontamiento ante el duelo
por la ausencia de un ser querido |
Tipo de taller |
Vivencial/psicoeducativo |
Número de sesiones |
4 |
Duración |
8
horas |
Materiales |
Hojas
y lapiceros para autorregistros |
Nombre de cada sesión |
1.
¿Qué emociones sentiste el día de hoy? 2.
¿Qué siento, qué pienso y qué hago? 3.
¿Qué es el duelo? 4.
¿Qué más siento por mi ser querido ausente? |
Estructura general de las sesiones |
Exposición
por parte del facilitador Trabajo
con un autorregistro Socialización
del ejercicio Retroalimentación Cierre
y evaluación de la sesión |
Escenario de aplicación |
El taller se realizó en el domicilio particular de la líder
de colonia |
Evaluación |
Autorregistros Observación Cuestionario de satisfacción de usuarios |
Fuente:
Formato de las características del taller proporcionado por parte de la Red Corymi
Para favorecer un ambiente
adecuado para la expresión emocional, se tomaron en cuenta los siguientes
criterios, los cuales fueron planteados y acordados con los participantes: 1)
Alentar su participación, 2) No excluir a ningún participante, 3) No juzgar lo
expresado por ningún participante, dado que se habla desde la propia
experiencia, y 4) Respetar los turnos para hacer uso de la palabra.
Consideraciones éticas
A todos los participantes se les entregó su respectivo
consentimiento informado, y manifestaron verbalmente y por escrito su
disposición a participar en el taller. Se les puntualizó de igual forma la
confidencialidad de la información, y la disposición para omitir la información
que considerasen especialmente delicada, o con la cual no se sintieran cómodos.
En los informes escritos de esta intervención se reserva la identidad de los
participantes mediante el uso de pseudónimos.
HALLAZGOS
Sesión 1. De todas formas, haya o no haya, una tiene que salir a trabajar
Observaciones. El taller se realizó en la
casa de la señora Raquel, líder de la colonia. La casa es austera, y semi rural,
debido a que tienen gallinas, perros, y un fogón de leña al aire libre, en el
patio, donde estaba dispuesta la mesa del comedor, sillas y sillones (mueblería
de segundo uso) para llevar a cabo el taller. Durante las cuatro sesiones, la
asistencia de los participantes fue intermitente argumentando que tenían que
llegar a sus hogares por la hora y hacer preparativos del hogar. Cabe recalcar
que casi la totalidad eran mujeres, en la mayoría de los casos, jefas de
familia. Debido a este factor, Raquel, la líder de la colonia, había solicitado
que las sesiones de los talleres fuesen no secuenciales. Se llegó a contar con
la asistencia de 13 personas, siendo 4 las más constantes. Todo ello durante la
contingencia sanitaria en el mes de Octubre de 2021.
Desarrollo de la sesión. Al iniciar la sesión, se
repartió el material entre los asistentes, consistente en una copia de
consentimiento informado, una copia del círculo de emociones, y una hoja de autorregistro de emociones. Se les invitó a revisar el
círculo de las emociones, y mencionar las que sentían con mayor frecuencia. Los
participantes reaccionaron de manera muy distinta al tema. La señora Reyna,
adulta mayor, permaneció en silencio, observando y escuchando, mientras que el
señor Ricardo, adulto mayor también, tendió a acaparar la palabra, argumentando
que la felicidad era la mejor de las emociones, mientras que las emociones
consideradas negativas, como el enojo o la tristeza eran causantes de
enfermedades. Puso de ejemplo el virus del Covid-19: Eso es pura cosa del gobierno (…) pero sobre todo es de la cabeza.
Muchos andan asustados y dicen que lo tienen y no lo tienen. Al respecto,
la señora Raquel comentó: El cuñado de mi
esposo, él murió de COVID
y no pudieron verlo. Yo si conozco gente que se
contagió y ya no salió del hospital. Sin embargo, Raquel
puntualizó: De todas
formas, haya o no haya (COVID) una
tiene que salir a trabajar.
El resto de las participantes compartieron
experiencias agradables y desagradables en el hogar. Aunque de manera general,
los asistentes manifestaron un rechazo a las vivencias emocionales relacionadas
con la tristeza y el enojo, asi como dificultad para
manejarlas, debido a experiencias de maltrato, violencia y abuso sexual en el
interior de sus núcleos familiares. Sin embargo, al cierre de la sesión, los
asistentes que permanecieron, hicieron comentarios sobre lo novedoso que les
resultó platicar sobre sus emociones, destacando que eran personas que, a pesar
de vivir en la colonia, no se conocían entre sí.
Sesión 2. No estaba sola, no me había dado cuenta de que mi esposo y mis hijos
estaban ahí
Desarrollo de la sesión: La sesión inició
directamente con el ejercicio de autorregistro, que
tuvo la finalidad de explorar los pensamientos, y los comportamientos que
hubiesen tenido al vivir emociones de alegría, tristeza y enojo. Las asistentes
escribieron rápidamente el ejercicio, antes del tiempo previsto para ello. Se
les preguntó al respecto para realizar una primera socialización del tema. Al
respecto de la alegría, venía aparejada con experiencias relativas a la
contemplación y a la tranquilidad de la naturaleza, a la apreciación aunque
fuese brevemente de un entorno agradable. Otras asistentes hablaron de la
alegría que sentían al compartir cotidianamente el cariño con sus hijos. Una
participante más, habló de cómo disfrutaba trabajar en lo que se pudiera, por
ganar dinero; describió la gratificación de sentirse capaz y suficiente para
consigo misma por el hecho de ganar dinero. Posteriormente, el señor Ricardo,
tendió de nuevo a acaparar la palabra. Mencionó de nueva cuenta que la alegría
era la única emoción que valía la pena, y que él estaba siempre alegre, o
buscaba sentirse alegre, porque las otras emociones traen enfermedades.
Mencionó que a él le gustaba cantar, y contar chistes, y mantenerse activo, y
que la gente lo reconocía por eso. Esto implica que él gestiona sus vivencias
emocionales desagradables a través del canto, el chiste y su sentido del
trabajo. Sin embargo, lo prolongado de sus intervenciones, comenzaron a
impacientar a las asistentes, y comenzaron a interrumpirlo.
Chelo comenzó a hablar abiertamente de sus
experiencias: fui niña de la calle,
dijo, y viví situaciones feas en mi
propia casa, de las propias personas que esperas que te quieren y te cuiden.
Aunque no lo mencionó explícitamente, parece ser que los asistentes entendieron
que se trataba de experiencias de abuso sexual. Isabel dijo que ella había
vivido una situación similar con su hija; que se encontraba desesperada e
impotente por el hecho de querer ayudarla, y no tener claro cómo hacerlo,
porque ella misma también lo vivió. En ese momento soltó el llanto, de manera
contenida. La participante Chelo se levantó de su lugar, y fue a abrazarla. Lo hago porque creo que lo necesitas, dijo Chelo.
Isabel se calmó, Chelo volvió a su lugar, e Isabel, retomando la palabra
mencionó que lo único que ella pensaba que podía hacer era apoyar a su hija con
la psicóloga, y que vendía pollos toda la semana, para tratar de juntar dinero
para pagar las consultas psicológicas a las que llevaba a su hija. El señor
Ricardo, que previamente había acaparado la comunicación, ahora se mostró
atento. Le preguntó en dónde vendía sus pollos y en cuánto los vendía; Isabel
le dijo dónde, y él mencionó que estaban a buen precio, y que iría a comprar.
Isabel agradeció, y cerró su participación diciendo lo que más me desespera es estar sola, porque mi familia no me apoya
con lo que vivió mi hija. Chelo intervino, y mencionó que ella también se
sentía sola, y que esa sensación persistió desde niña hasta parte de su
adultez, hasta que cayó en cuenta que no lo estaba, no estaba sola, no me había dado cuenta de que mi esposo y mis hijos
estaban ahí acompañándome siempre.
En este punto se intervino, haciendo hincapié en que
justo a partir de estos patrones de pensamiento, como la generalización, una
persona puede vivir años bajo la percepción de que se está completamente sola,
cuando puede no ser así. Se habló de algunas de las distorsiones cognitivas
asociadas a emociones de tristeza y enojo, como lo es la generalización, el
cómo deben de ser las cosas, y el pensamiento dicotómico, y se les ejemplificó
con algunas frases que delineaban dichas distorsiones. Sin embargo, se recalcó
que es fundamental reconocer las emociones, y una manera de regularlas, es
cuestionando los pensamientos que tienden a incrementar su intensidad. Dado que
el periodo de tiempo inicialmente contemplado de socialización se alargó por
las emotivas intervenciones de los participantes, se concluyó la sesión
posterior a la exposición.
Sesión 3. No hay que “engrirse” con las cosas ni con
las personas, porque no son de uno
Desarrollo de la sesión. Se abordó la temática del
duelo. Se les repartieron hojas a los participantes en los que se explicó la
definición de duelo y sus manifestaciones emocionales, comportamentales,
cognitivas y somáticas más comunes, que si bien implican sufrimiento, se manifiestan
de manera distinta en cada persona. Se les preguntó a los asistentes sobre lo
que pensaban acerca del duelo. El primero en participar fue el señor Ricardo,
quien comentó que el duelo es engrimiento[1]. Su intervención fue prolongada, y la
sintetizó con una frase final: no hay que
engrirse con las cosas ni con las personas, porque no
son de uno. Se reafirmó ese comentario en el sentido de que el engrimiento se puede entender como el apego, pero
que a veces uno no se da cuenta que está engrido, hasta que pierde aquello que lo ingre, y que el duelo puede generarlo desde la ausencia total de
una persona como el papá, la mamá, la pareja, o los hijos, hasta mascotas,
trabajos, objetos de valor, o funciones corporales. Se puntualizó que cuando
una persona pierde algo o alguien con quien se encuentra afectivamente
vinculada, sobreviene un proceso de duelo, que es universal y que todos en
algún momento de la vida los sentimos, pero que es importante reconocerlo, dado
que sus manifestaciones más comunes se pueden confundir con enfermedades, o
incluso pueden propiciarlas.
Se les invitó a hablar sobre lo que pensaban de la
pérdida y el duelo, o si querían compartir alguna experiencia relacionada. Esto
dio lugar a varias intervenciones y un diálogo prolongado. Al respecto Raquel
tomó la iniciativa, hablando de la pérdida de su suegra. Comentó que la
relación fue complicada en un inicio, dado que la consideraba insuficiente para
su hijo, insuficiente como esposa. Sin embargo, a raíz de una crisis familiar
en la cual su suegra enfermó gravemente, Raquel estuvo asistiéndola, mientras
sus hijos permanecieron distantes. A partir de ese momento la relación entre
ellas cambió. Su suegra le enseñó a cocinar, a manejar automóvil, y articularon
una dinámica de apoyo mutuo en torno a las labores del hogar y la maternidad.
Se generó tal vínculo de confianza entre ellas, que su suegra optó por heredar
a Raquel la casa en la que actualmente viven con sus hijos y su esposo. Ella
describe que aunque fue una relación compleja y ambivalente afectivamente, la
extrañaba mucho.
La señora Reyna parecía estar atenta a lo que se
decía, sin embargo ella no hablaba. Se le preguntó acerca de lo que pensaba del
tema, y si le gustaría comentar algo. Dijo que ella estaba solita, que sus
hijos vivían en Apatzingán, Michoacán, y que no venían a verla desde hace años,
ni se comunicaban con ella. Se le preguntó acerca de lo que sentía al pensar en
sus hijos, y respondió que ya estaba acostumbrada a estar sola, y que se sentía
tranquila estando así. Posteriormente se preguntó al grupo sobre si había
ausencias en sus vidas, tomando en consideración lo que había comentado la
señora Mago. La señora Chelo intervino y mencionó haber padecido cáncer,
viviendo el curso de la enfermedad con la ausencia y el distanciamiento de su
padre, de su madre y la mayoría de sus hermanos. Comentó que dicha experiencia
le había hecho reconocer y valorar lo que tenía presente, como su vida, sus
hijos, y su esposo. Compartió experiencias de la vida cotidiana para
ejemplificar la interacción con su esposo y sus hijos, que la hacían sentir
feliz y agradecida con Dios por poder estar con ellos a pesar de la amenaza
permanente que representa la enfermedad. El deterioro de su estado de salud que
padeció, le permitió reconocer la presencia afectiva de su familia.
Finalmente, se le preguntó a Isabel si quería
participar. Habló de su hermano, diciendo que la forma en que murió fue
terrible y dolorosa para su familia. Compartió que su hermano había sido
descuartizado y lo habían entregado a la puerta de su casa en una bolsa de
basura. Comentó que era joven cuando esto ocurrió. Ellos no supieron de él
durante semanas, y después lo entregaron en esas condiciones. Mencionó más
detalles del suceso de la problemática que derivó de una muerte de su hermano,
pero a petición de ella se omiten dichos comentarios.
Para finalizar la sesión, se les preguntó qué pensaban
de lo que se había dicho, sobre todo en torno a la diversidad de emociones que
fueron expresadas por todos, como la tranquilidad, la tristeza, la angustia y
la desesperación. Se recalcó que las pérdidas pueden generar manifestaciones
emocionales simultáneas, a veces contradictorias, y que es recomendable darle
su lugar a esas emociones, aceptar que se puede sentir dolor, angustia,
desamparo, enojo. El vínculo afectivo y la historia de ese vínculo es lo que
genera estas emociones.
Se les invitó a que hablaran de cómo se sentían al
finalizar el taller. Dijeron que se sentían relajadas, y que era una
experiencia nueva hablar de estos temas con personas que no conocían. Isabel
mencionó que se sentía bien por el hecho de hablar de lo que le dolía, y le
dijo a la señora Reyna, la voy a adoptar
como mamá.
Sesión 4. Me siento agradecida por todo lo que me
enseñó: planchar la ropa, cocinar y hacer tortillas. Así pude valerme por sí
misma
Desarrollo de la sesión. La sesión comenzó
directamente con el ejercicio de autorregistro, el
cual tuvo por finalidad redactar recuerdos que provocaran emociones de alegría,
nostalgia y agradecimiento; y una pregunta final, al respecto de ¿qué les dejó?, espiritual y materialmente
hablando, el tiempo que convivieron con su ser querido ahora ausente. Esta
última pregunta tuvo la finalidad particular de abonar a la resignificación
de la pérdida, entendida como el reconocimiento de lo aportado por el ahora
ausente a la vida de la persona afligida (Neimeyer,
2002).
Se les repartieron los formatos, y las asistentes
comenzaron a llenar las hojas de autorregistro. La
señora Reyna no tomó su hoja, dado que previamente había comentado que no sabía
escribir. Le comenté que podríamos esperar un poco para que contestaran los
demás sus respectivos ejercicios, y comenzar con ella para escuchar sus
experiencias. Ella estuvo de acuerdo. Unos minutos después, comenzamos. Comentó
que el recuerdo que le generaba alegría era el haber convivido con su mamá, y
por eso la extrañaba mucho, que a pesar de los años, es una pérdida que se
tiene que vivir con ella, que no se puede superar. Respecto al agradecimiento,
comentó: me siento agradecida por todo lo
que me enseñó: planchar
la ropa, cocinar y hacer tortillas. Así pude valerme por mí misma. Mencionó que
regularmente le rezaba a su mamá, cuando
no le rezo, no me siento a gusto.
Posteriormente Raquel habló nuevamente sobre su suegra.
Durante trece años, su relación fue conflictiva, dado que se sentía no aceptada,
y rechazada por su suegra, mencionado que inclusive le acercaba a otras mujeres
a su hijo. Sin embargo comentó que en los últimos tres años de la vida de su
suegra estrecharon lazos, dado que su suegra se vivía sola y rechazada por sus
propios hijos, y ella como nuera, se mantuvo a su cuidado, acompañándole hasta
su muerte. En los últimos 3 años de la vida de su suegra, se afianzaron los
lazos entre ellas, forjándose un cariño y un respeto mutuo. Comentó que le agradecía que hubiera enseñado a manejar,
porque hubo varias situaciones en las que ella tuvo que hacer uso de esa
habilidad porque su esposo tomaba mucho alcohol, y gracias a eso pudo ayudar en
situaciones de emergencia a su familia. También comentó que a menudo sentía su
presencia en la casa.
A partir de ese comentario, las otras dos asistentes
comenzaron a hablar de la presencia de la suegra en la casa, que la veían, y
que la sentían. Isabel describió que era como si pudiera sentir y ver lo que la
suegra de Raquel sentía y veía. Comenzó a contar sobre la disposición de los
cuartos, y sobre una preocupación fuerte de
su suegra respecto a dos de sus hijas. Raquel asentía, y encontraba sentido a
lo que decía Isabel. En un momento dado, le dijo que ella estaba ahí, atrás de
Raquel, y que la estaba abrazando. Chelo se levantó, abrazó a Raquel, y después
regresó a su lugar, diciendo que le había dolido la cabeza, es muy celosa tu suegra, comentó a
Raquel. Isabel dijo que la suegra quería un altar, y que fuera dispuesto en uno
de los cuartos. Raquel comentó que sí, era posible, porque ella pensaba no
poner altar de muertos por la carestía, pero Isabel insistió en que su suegra
quería su altar, y que ahora ella lo sabía.
Chelo e Isabel hablaron de las zonas de la casa donde
la sentían: el patio, y la cocina. Raquel empezó a llorar, empezó a llorar
Chelo, y después Isabel. Isabel aseguró que la suegra se comunicaba con ella.
Le pregunté a Isabel cómo era que se comunicaba, y ella dijo que le venían a la
mente como flashazos, y que podía
sentir lo que ella sentía, y ver lo que ella veía, puedo ver lo que ella vio, como desde sus ojos. Chelo, quien
también decía que la veía, describió una vivencia similar.
Isabel de nueva cuenta habló de su hermano, y que ella
sintió paz con el ejercicio. Explicó que lo había soñado al tiempo de haber
muerto, cuando ella tenía 12 años. Que le decía que él estaba bien, que había
muerto porque Dios quería a alguien de su familia con votos[2] y que
estaba tranquilo porque sabía la situación por la que murió, y que había
perdonado al hombre que lo mató, ahora él
se encargaría en el cielo de enseñar a perdonar a quienes no podían perdonar, comentó.
Habló también de que, en el sueño, había una zona luminosa en el cielo, una
zona intermedia de luz, y una zona oscura, y que en la zona oscura, estaban las
almas de las personas difuntas a las que no les rezaban; a los de la zona
intermedia les rezaban de vez en cuando, y las que estaban en la zona de luz
eran a las que les rezaban constantemente sus seres queridos. Ella dijo que se
sentía tranquila por él, porque sabía que estaba bien. Pidió hojas para hacer
el ejercicio de la carta a la persona ausente, para poder escribirla con su
esposo.
Chelo habló de la biblia, y que en el ejercicio le
habían venido a la mente muchas personas, pero que eligió hacerle una carta a
su salud, y a la enfermedad que está atravesando, el cáncer. Se aprovechó para
darle unas hojas extra para escribirle a sus seres queridos ausentes, y a su yo
del presente, del pasado y del futuro, dado que manifestó la inquietud de cómo
se percibía a sí misma antes, ahora, y ante la incertidumbre de su futuro.
La sesión contó con una atmósfera muy cálida y
cordial. Raquel preparó café, y ofreció unas piezas de pan, al tiempo que,
preguntando por sus impresiones del taller, se aprovechó para cerrar con el
tema del agradecimiento. Comencé agradeciendo por el café, el pan y por su puesto, por su presencia, su tiempo, sus palabras y su
escucha. Ellas agradecieron la presencia del facilitador y se agradecieron
entre ellas, por haberse conocido más y por haber encontrado un espacio en
donde poder hablar y escucharse. La sesión finalizó con una breve
retroalimentación sobre los recursos psicológicos, puntualizando que justo al
compartir y hacer saber a otros sus emociones y experiencias, se están
estimulando y fortaleciendo sus propios recursos, como lo es la expresión y
regulación de las emociones, la empatía, y por supuesto, el lazo social entre
ellas, que constituye los cimientos para la conformación de una red de apoyo,
recurso psicológico muy valioso en entornos y situaciones de vulnerabilidad y
adversidad. Se les repartió el formato de hojas para escribir una carta a su
ser querido ausente, y cerramos la sesión.
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Figura 2. Ejemplo de autorregistro de una
sesión y del cuestionario de Satisfacción de usuarios |
La flexibilidad del diseño del taller, adecuada para
los múltiples cambios que ocurren en las dinámicas de trabajo en comunidad
abierta, tal y como lo reporta Rivera Heredia et al. (2012), aunque tuvo la
ventaja de adaptarse a las necesidades de esta población representó ciertas
limitaciones respecto a las evaluaciones del taller, por lo que se optó por
realizar ejercicios de expresión de emociones y de evaluación en cada una de
las sesiones (autoregistros), y la posibilidad de evaluar los efectos de la misma quedó enmarcada en la
observación. Dado que se prepararon ejercicios por escrito para cada sesión, de
manera general, los participantes, a excepción de los adultos mayores,
realizaron todos los ejercicios de escritura que se les propusieron, y todos
compartieron sus experiencias emocionales en la medida en que se sintieran con
la confianza para hacerlo. Entre los comentarios que expresaron al término del
taller se encuentran:
Ojalá hubieran muchos más
talleres como este, para poder desestresarnos y para
ayudar a más gente a sentirse bien y a que su carga emocional sea menos pesada.
Me gustaría recibir más sesiones
porque son unas personas muy capacitadas.
Me gustaría que recibieran la ayuda
más personas.
En ese sentido, el taller cumplió con su objetivo
primordial con quienes acudieron al mismo. Sin embargo, en el caso de las
personas que asistieron sólo a una o dos sesiones, su ausencia puede explicarse
tanto por sus demandas personales, como por la resistencia, dificultad o
indisposición a hablar de sus experiencias desde lo emocional, como quedó
delineado en la primera sesión.
Cabe destacar primeramente, que la postura de los
asistentes ante el COVID era de escepticismo por una parte, y por otra, tenía que
ver con el hecho de asumir que tenían que trabajar y continuar su vida a pesar
de esta pandemia, en donde se pudo constatar que los grupos sociales
económicamente desfavorecidos por lo general continuaron trabajando, pues de no
hacerlo no habrían podido sobrevivir (Orellana-Centeno & Guerrero-Sotelo, 2021; Palomera-Chávez et
al., 2021) por lo que la demanda de seguir trabajando
resulta imperiosa entre los colonos: de
todas formas uno tiene que ir a trabajar, expresaban. Personas con
eventos traumáticos a cuestas, que parecían interactuar bajo la lógica de que
el COVID-19 no era ni su principal preocupación, ni un motivo suficiente para
temer salir a trabajar por su sustento.
Al inicio del taller se identificaron dificultades
respecto del manejo y la aceptación de emociones desagradables, particularmente
con el enojo, la tristeza y el miedo, lo cual forma parte de los recursos
afectivos (Rivera-Heredia et al., 2006). Sin embargo, destaca que dicha
dificultad estaba presente en la mayoría de las participantes desde antes de
que la contingencia sanitaria apareciera, lo cual pudiera explicarse como un
factor cultural que favorece la expresión de emociones agradables y la
contención y evitación de emociones desagradables. Y, en el caso de algunas
participantes, deriva de experiencias traumáticas que fueron compartidas
durante el taller.
Respecto a las experiencias de duelo entre las
participantes, se encuentran situaciones de abandono, desprotección,
separaciones, y fallecimientos. Los participantes mostraron, al compartir sus
vivencias, elaboraciones en torno a la pérdida, como lo es la actitud del señor
Ricardo, quien junto con el rechazo personal que tiene respecto de las
emociones desagradables, se puede apreciar, en contraste, su capacidad para
disfrutar al cantar, al trabajar, y al contar chistes; todas ellas son
elaboraciones que permiten gestionar dichas emociones generadoras de malestar (Aulet, et al., 2019; Neimeyer, 2002).
De igual modo, lo dicho por las participantes en torno
al rezar, al sueño sobre el ser querido fallecido, y el sentir y escuchar al
difunto (Walsh, 2020; Worden, 2013),
pueden identificarse como manifestaciones del duelo, y como recursos
espirituales que permiten continuar con el vínculo afectivo con los finados (Bui, 2017; Foster et al., 2011; Yoffe,
2008; Yoffe, 2015).
Es de recalcar que por la propia dinámica, se
fortalecieron recursos psicológicos muy particulares, los cuales fueron la
empatía, como consecuencia de expresar y escuchar no sólo sus emociones, sino
las de los demás integrantes del grupo, así como sus experiencias asociadas; y
la conformación de una red de apoyo, debido a que a partir de la expresión
emocional, los asistentes pudieron identificar problemáticas compartidas,
experiencias dolorosas similares, y encontrar formas
distintas de transitar por ellas, mostrando conductas solidarias y de apoyo
entre unos y otros. La respuesta ante estos procesos de identificación en las
experiencias de los otros, generó un efecto de cohesión, principalmente entre
las tres asistentes más constantes: Ahora
ya no la sacan de aquí, comentó Chelo, refiriéndose a que Isabel ahora
asistía de manera constante a la casa de Raquel. Esto plantea una evaluación
positiva de la intervención (Figura 2). Adicionalmente, además de los recursos
individuales, familiares y sociales identificados, ante las experiencias de
duelo emergieron los recursos espirituales (Walsh,
2020).
Es de señalar que los roles
de género estereotipados sobresalen en algunos de los relatos y las actitudes
de asistentes al taller, como por ejemplo en el acaparamiento de la palabra del
hombre asistente, así como de los roles subordinados de las mujeres en los
núcleos familiares; estos elementos sólo constituyen indicios de la necesidad
de entender algunos fenómenos de la migración que vive la comunidad como un
proceso situado en un contexto socio-histórico que perfila no solo el
reconocimiento de los recursos psicológicos, sino de los otros recursos,
necesarios para la sobrevivencia (Medina-Maldonado, Torres-Torres, y Navarro de
Sáez, 2013; García Medrano, 2021).
Respecto a la retroalimentación final, al concluir las sesiones
del taller, las participantes comentaron sentirse diferentes de cómo empezaron,
sobre todo, quienes acudieron a más de 3 sesiones. El último ejercicio, de la
carta al ser querido ausente, generó la percepción de que es posible hablar de
la pérdida, y que ésta no sólo implica el dolor. Al igual que al inicio del
taller, agradecieron el espacio para poder expresarse, y hablar de experiencias
que difícilmente habrían compartido con personas que no conocían, pero con las
cuales fueron sintiendo mayor confianza a medida que avanzaban las sesiones.
Manifestaron el interés de continuar con actividades de este tipo. No sólo para
abordar temáticas de duelo, sino también para hablar del consumo de sustancias,
de violencia intrafamiliar, del manejo de la ira, para adultos, y por supuesto
para los niños de la colonia.
Se contribuyó con este taller a abonar al
reconocimiento de la experiencia emocional del duelo, específicamente a la
aceptación de las emociones vividas por los asistentes, en torno a sus pérdidas
significativas, y es que en el taller no sólo se habló de la tristeza, el enojo
y sus emociones derivadas, como la nostalgia y el rencor, sino también de
emociones ligadas al agradecimiento, y el consuelo. En este sentido, el
objetivo del taller, que estaba dirigido al fortalecimiento de los recursos
psicológicos, conlleva el reconocimiento de la experiencia emocional de la
pérdida en sus múltiples matices, y esto sí se logró entre los asistentes.
La experiencia de este taller que se impartió de
manera presencial, cuenta con una alternativa a distancia, que es también un
taller de tres sesiones videograbadas
conducidas por la Dra. Rocío Figueroa al que puede tenerse acceso mediante la
página web de la Red Corymi (2021) y forma parte de
la suma de esfuerzos para acercar los servicios psicológicos a los diferentes
grupos poblaciones, sobre todo, hacia aquellos para quienes en el momento
actual este tipo de oportunidades son de difícil
acceso.
El trabajo en zonas marginales con población abierta, conlleva
grandes retos, por lo que el presente capítulo abona a describir y sistematizar
una experiencia de intervención psicosocial en una comunidad semi rural del municipio de Morelia, la cual puede
enmarcarse dentro del campo de la Psicología Social Comunitaria, así como
dentro del área de Psicología de la Salud, con intervenciones que buscan llevar
el conocimiento psicológico a quienes tienen poco acceso al mismo, lo que
también puede denominarse como un acercamiento a la búsqueda de justicia
social.
Entre las limitaciones de este trabajo destaca que el diseño de
investigación predominantemente cualitativo no permite contar con resultados
que puedan ser generalizables a otra población, no obstante si proporciona
elementos para trazar la ruta de las características de la población, sus
reacciones a las actividades propuestas y el cómo evalúan las mismas; dichos
elementos se pueden retomar a futuro, en otro tipo de diseños de investigación
con un mayor control de variables, cuyos resultados sean más contundentes y
generalizables. No obstante, el beneficio del taller impartido en los
participantes queda ahí, en el significado que le dan a la experiencia vivida.
Se concluye este trabajo con el comentario de una de
las participantes, que se convierte en un impulso para continuar impartiendo
talleres de este tipo en comunidad abierta: Mi
agradecimiento infinito por darnos un poco de paz y tranquilidad, ojalá siga
adelante con su trabajo.
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[1] En el contexto de la conversación,
el señor (Ricardo) se refirió al engrimiento como el acostumbrarse al trato que reciben las
personas o los animales, de tal forma que se apegan a quien se los proporciona.
[2] Por el contexto de su intervención, Isabel se refirió a
votos matrimoniales, es decir, a que su hermano se había casado por la Iglesia.