Simbiosis.
Revista de Educación y Psicología,
Volumen 3, No. 5, enero-junio 2023, ISSN-e: 2992-6904, Páginas 56-66
Relación entre IMC, Insatisfacción Corporal y
Conductas Alimentarias de riesgo en mujeres
Relationship
between BMI, Body Dissatisfaction and Risk Eating Behaviors in women
Relação
entre IMC, Insatisfação Corporal e Comportamentos Alimentares de Risco em Mulheres
Daniela Galván Bárcenas
danielagalvanbarcenas@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-3630-4294
Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
Paulina de la Torre
Vidal
1805211a@umich.mx
https://orcid.org/0009-0001-9160-8649
Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
Andrea Godines Magaña
1805297d@umich.mx
https://orcid.org/0009-0002-0140-9716
Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
Mónica Fulgencio Juárez
monica.fulgencio@umich.mx
https://orcid.org/0000-0002-9715-4764
Universidad Michoacana de San Nicolás de
Hidalgo, Morelia, Michoacán, México
| Artículo recibido en enero 2023 | arbitrado
en febrero 2023 | aceptado en febrero 2023 | publicado en mayo 2023
https://doi.org/10.59993/simbiosis.v3i5.25
RESUMEN
Se realizó una investigación no
experimental cuyo objetivo fue identificar la relación entre el IMC,
Insatisfacción Corporal y Conductas Alimentarias de Riesgo. Participaron 64 mujeres estudiantes con nacionalidad y
residencia en México en un rango de edad de 15 a 25 años, a quienes se les
aplicaron dos pruebas para medir Insatisfacción Corporal (IC) y Conductas
Alimentarias de Riesgo (CAR). Se solicitó peso y estatura para calcular su
Índice de Masa Corporal (IMC), así como datos sociodemográficos, como la edad,
escolaridad, nacionalidad y lugar de residencia. Se llevó a cabo un análisis de
correlación de Pearson para identificar la relación entre las variables de IMC,
IC y CAR. Se identificó una correlación alta y positiva entre las variables,
siendo la relación más fuerte entre IC y CAR (r=.739; p.=.00?). Es importante reconocer el impacto que genera la
IC para así poder crear medidas preventivas contra las CAR.
Palabras clave: Anorexia; Bulimia; Conductas
Alimentarias de Riesgo.
ABSTRACT
A non-experimental research was conducted whose objective was to
identify the relationship between BMI, Body Dissatisfaction and Risk Eating
Behaviors. Women students with nationality and residence in Mexico in an age
range of 15 to 25 years participated, to whom two tests were applied to measure
Body Dissatisfaction (CI) and Risk Eating Behaviors (CAR). Weight and height
were requested to calculate their Body Mass Index (BMI), as well as sociodemographic data, such as age, education, nationality
and place of residence. A Pearson correlation analysis was performed to
identify the relationship between BMI, CI and CAR variables. A high and
positive score was identified in the correlation of these variables, being the
strongest relationship between CI and CAR (r=.739). It is important to
recognize the impact of HF in order to create preventive measures against CAR.
Keywords: Anorexia; Bulimia; Risk Eating
Behaviors
RESUMO
Foi realizada uma pesquisa não experimental cujo objetivo foi
identificar a relação entre IMC, Insatisfação Corporal e Comportamentos
Alimentares de Risco. Participaram mulheres estudantes com nacionalidade e
residência no México, na faixa etária de 15 a 25 anos, às quais foram aplicados
dois testes para medir a Insatisfação Corporal (IC) e os Comportamentos
Alimentares de Risco (RCA). Peso e altura foram solicitados para calcular o
Índice de Massa Corporal (IMC), bem como dados sociodemográficos,
como idade, escolaridade, nacionalidade e local de residência. Foi realizada
uma análise de correlação de Pearson para identificar a relação entre as
variáveis IMC, IC e CAR. Identificou-se um escore alto e positivo na correlação
dessas variáveis, sendo a relação mais forte entre IC e CAR (r=.739). É importante reconhecer o impacto dos fundos de
cobertura de risco para criar medidas preventivas contra a RCA.
Palavras chave: Anorexia; Bulimia; Comportamentos
Alimentares de Risco
INTRODUCCIÓN
Actualmente se han presentado con
más frecuencia casos de personas que padecen trastornos alimentarios, en su
mayoría, mujeres. Una de las causas principales es la insatisfacción corporal,
ocasionando que se adopten conductas alimentarias de riesgo, siendo las más
usuales, la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y la obesidad.
La imagen corporal
negativa es un importante problema de salud pública para las sociedades a nivel
mundial debido a su asociación con los síntomas de los trastornos alimentarios
y la ausencia de bienestar psicológico, acorde a Castellano, et al. (2021).
Gayou-Esteva y Ribeiro-Toral (2014), revelan que, en Estados
Unidos, España y México, alrededor de 10-15% de las mujeres adolescentes
refieren presentar CAR (Conductas Alimentarias de Riesgo), tales como ingerir
grandes cantidades de comida para después inducir el vómito, utilizar laxantes
y otros fármacos para perder o controlar su peso. En México, las cifras
demuestran que la prevalencia de la Anorexia Nerviosa entre la población
general varía de 0.5 a 1.5%, mientras que la Bulimia Nerviosa alcanza el 3%, y
la presencia de estas afecciones ha demostrado tener un importante impacto en
el género femenino, siendo las mujeres más susceptibles para padecer alguno de
estos trastornos. “A través de la creación de los roles y los estereotipos
sociales surge paralelamente un tipo de violencia simbólica, cuando estos son
usados para controlar, autorregular y coaccionar la conducta de las mujeres en
los estereotipos femeninos” (Álvarez, 2014). Esto se puede percibir
precisamente en el cambio de las conductas alimenticias de la mujer.
Alcanzar los
estándares de belleza y modificar los cuerpos en "cuerpos perfectos"
es uno de los objetivos fundamentales de la existencia de los individuos, en
este caso, afectando principalmente a las mujeres. Los márgenes de normalidad
son tan reducidos que frente a la imagen corporal creada, aceptada y promovida
desde los diversos discursos, los cuerpos rechazados aumentan. Se impone la
idea de que debemos combatir la obesidad y la gordura, mantener la piel firme,
el rostro terso y sin arrugas, las formas bien definidas y un sinfín de
aspectos que hay que corregir para que se pueda cumplir con el modelo ideal.
Las prácticas
corporales actuales han hecho posible que en las sociedades contemporáneas el
cuerpo representa algo más que sus capacidades físicas, lo han llevado a
adquirir una importante significación para el auto régimen de la propia
existencia al tener la posibilidad de construirse a la medida de sus deseos. La
forma en la que las mujeres llevan su experiencia corporal, en relación con su
apariencia, ha sido explorada desde las prácticas más cotidianas de belleza,
los tratamientos para adelgazar y las modas, la cirugía cosmética; así como la reciente "epidemia" de los desórdenes alimenticios como
la anorexia y la bulimia.
En todas partes
podemos encontrar la imagen de la mujer como objeto, principalmente en los
medios de comunicación. En las sociedades modernas y contemporáneas, la
categoría de mujer-objeto se refiere a un individuo al que no se le reconoce
con una identidad propia, más específicamente, el término es empleado para
manifestar la idea de que una mujer existe para satisfacer los deseos y
necesidades, en este caso, de los hombres.
El índice de masa corporal (IMC)
se vincula con las conductas alimentarias de riesgo (CAR) en mujeres con
sobrepeso y obesidad de acorde a Unikel, Díaz y
Rivera (2016). De igual forma, mencionan que otros factores que se relacionan
con el desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria son la
interiorización del ideal estético de la delgadez, la insatisfacción corporal,
la autoestima y los síntomas depresivos.
Según Weissberg
y Quesnel (2004), un trastorno alimentario se observa
cuando el individuo no recibe la ingesta calórica que su cuerpo requiere para
funcionar de acuerdo con su edad, estatura, ritmo de vida, etc. Los
comportamientos que adoptan los sujetos que desarrollan un trastorno
alimentario presentan una gran preocupación por el peso, por no engordar, por
mantener una delgadez extrema o conseguir una mayor y por una distorsión de la
imagen corporal.
Otro factor asociado con el
desarrollo de TCA es la insatisfacción corporal (IC). De acuerdo con Trejo, et
al. (2010), la imagen corporal representa la forma en que una persona se
percibe, siente y actúa respecto a su propio cuerpo. Esta representación, tiene
más relevancia durante la adolescencia, ya que en esta etapa se desarrolla el
sentido de la identidad y son más susceptibles a sentirse insatisfechas con su
imagen corporal. Además, la presión a favor de la delgadez es mayor en las
mujeres, y en esta etapa adolescente, están más expuestas a imágenes y mensajes
que fomentan este estereotipo. La insatisfacción corporal es una característica
determinante de los trastornos de la conducta alimentaria, siendo un criterio
importante para diagnosticar anorexia nerviosa (AN) y bulimia nerviosa (BN).
La insatisfacción
corporal relacionada con la imagen del cuerpo de la adolescente tiene un efecto
adverso en sus relaciones interpersonales, lo cual conlleva cambios en el
comportamiento. Se ha comprobado una asociación significativa entre la
insatisfacción corporal y la intimidación. (Holubcikova, 2015).
La anorexia nerviosa se define en
el DSM- V, como la restricción de la ingesta energética en relación con las
necesidades, que conduce a un peso corporal significativamente bajo con
relación a la edad, sexo, curso del desarrollo y la salud física. Existe un
miedo intenso a ganar peso o a engordar y hay una alteración en la forma en que
la persona percibe su propio peso o constitución. El nivel de gravedad se determina
por el IMC del paciente, leve (IMC≥
17 Kg/m2), moderado (IMC
de 16 a 16.99 Kg/m2), grave
(IMC de15 a 15.99 Kg/m2) y extremo
(IMC< 15 Kg/m2) (American Psychiatric Association, 2014).
La bulimia nerviosa se caracteriza
por episodios recurrentes de atracones, en el DSM- V se caracterizan por la
presencia de la ingestión de una cantidad de alimentos superior a la que una
persona debería consumir en un periodo similar de tiempo, hay una sensación de
falta de control sobre lo que se ingiere durante el episodio. Además, hay
comportamientos compensatorios inapropiados para evitar el aumento de peso,
como el vómito autoprovocado, el uso incorrecto de
laxantes, diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio excesivo. El
nivel de gravedad se determina con base a la frecuencia de comportamientos
compensatorios inapropiados, leve (uno a tres episodios a la
semana), moderado (cuatro a siete episodios a la semana), grave (ocho a 13 episodios a la semana y extremo (14 episodios a la semana) (American Psychiatric
Association, 2014).
Existen varias teorías que han
intentado explicar los principales factores que causan el desarrollo de
trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Por un lado, la teoría
sociocultural de Cash, Smolak y Thomson (19992),
tiene como premisa central que las presiones sociales (medios de comunicación,
familia, amigos, etc.) son el impulsor del deseo a cumplir con estándares
irreales e inalcanzables del físico del modelo sociocultural. Dicha teoría
sostiene que: 1) existen ideales sociales de belleza en una determinada
cultura, 2) se transmiten a través de una variedad de canales socioculturales,
3) estos ideales son interiorizados por los individuos, 4) por lo que la insatisfacción
o satisfacción con la apariencia será una función de la medida en que las
personas cumplan o no con el modelo ideal.
Thomson (1992), añade tres
variables significativas a las influencias socioculturales: a) influencia de
los padres y de iguales, b) la insatisfacción con la imagen corporal y c)
trastornos alimenticios. Los individuos interiorizan el ideal como un estándar
personal a pesar de que sea inalcanzable provocando una insatisfacción corporal
(Brote, et al. 2011).
La teoría fenomenológica de Rogers
(1959), se menciona que cada persona percibe el mundo y la realidad de forma
única a partir de la experiencia y la interpretación personal que haga de la
realidad, a esta interpretación la define como campo fenomenológico. Esta
teoría está basada en la premisa de que la conducta está moderada por los
elementos internos, como la tendencia a la actualización y la evaluación de
experiencias.
Hilde Bruch (1973), psicoanalista,
conocida por sus trabajos acerca de los trastornos alimenticios, señaló que
durante la adolescencia las mujeres le dan más importancia a su peso corporal,
teniendo como consecuencia una búsqueda exhaustiva de la delgadez, puesto que,
construye su autodefinición, les brinda una sensación de autonomía y
autocontrol, creando esquemas negativos y distorsionados desde edades
tempranas.
Existen tres variables
interrelacionadas que explican el fenómeno de los trastornos de la conducta
alimentaria, estas son: Distorsión perceptual del tamaño, preferencia por la
delgadez e insatisfacción corporal. Estas variables no son fenómenos estáticos,
sino que están influenciados por los estímulos ambientales.
Gardner (1996), menciona que la
imagen corporal está compuesta por dos factores: uno perceptivo, que se
relaciona con la estimación del tamaño y la apariencia, y otro actitudinal que
abarca los sentimientos y actitudes hacia el propio cuerpo. Dentro del
trastorno de la imagen corporal influyen ciertos aspectos, entre ellos los
perceptivos, afectivos y cognitivos y se caracteriza por una excesiva preocupación
por algún defecto imaginario. Esto acarrea una devaluación de la apariencia,
una preocupación excesiva por lo que los demás piensen de ellas, de ahí que las
personas con estos trastornos tengan una tendencia a esconder su cuerpo,
someterse a dietas y ejercicio, así como evitar las relaciones sociales
(Espina, Ortego, Ochoa, Yenes, y Alemán, 2001).
Algunas investigaciones realizadas
en 2010 evidenciaron que las CAR que se presentaban con mayor frecuencia eran
las dietas restrictivas, los atracones y los ayunos. Es importante estudiar las
CAR en mujeres debido a que es común que cuando aparecen en la adolescencia
persisten en la adultez, siendo posible que resulten en cuadros crónicos y de
posible riesgo para el desarrollo de algún Trastorno de la Conducta
Alimentaria. Se ha demostrado que en porcentajes importantes de mujeres
mexicanas, la detección temprana de CAR coadyuvará a la intervención futura a
nivel primario.
De acuerdo con Oliva et al.
(2016), estiman que de 5% a 13% de la población mundial presenta síndromes
parciales con relación a los trastornos de la conducta alimentaria. En el
mundo, 1% de los adolescentes y adultos jóvenes padece de anorexia nerviosa y,
4.1% bulimia nerviosa. De acuerdo con la OMS, la anorexia inicia en edades que
van de los 14 a los 18 años, en tanto que, la bulimia, suele ser más frecuente
en mayores de 16 años.
Así mismo, en la población
mexicana, la anorexia afecta al 0.1% de adolescentes, en su mayoría mujeres y
la bulimia afecta al 0.4%. Ambos se presentan con mayor frecuencia entre los 12
a los 25 años y de cada 10 casos de personas con anorexia y bulimia, nueve son
mujeres (Flores- Pérez, 2018).
Behar (2004), menciona que existe una
sobrevaloración a la delgadez en la sociedad occidental, esto ejerce una fuerte
presión, principalmente en las mujeres jóvenes, con el objetivo de lograr este
ideal de belleza, que puede llegar a percibirse como sinónimo de éxito,
inteligencia, belleza y atractivo sexual.
Antes de la década de 1980 en
sociedades occidentales, los Trastornos de Conducta Alimentaria estaban
limitados a mujeres blancas, jóvenes y de clase media- alta. Sin embargo, se ha
dado un incremento en poblaciones que se creían inmunes a los factores
causantes de la insatisfacción corporal, los casos eran prácticamente
desconocidos. Actualmente los TCA están presentes en distintos países debido a
su rápido desarrollo y a la occidentalización (Cruzat,
Haemmerli, García, 2012).
La adolescencia se considera una
de las etapas más vulnerables ya que se caracteriza por cambios psicológicos,
emocionales, cognitivos y sociales. Durant esta etapa
el cuerpo es una fuente de identidad, autoconcepto y
autoestima; es por esto que se tiene una tendencia a compararse con sus
iguales, generando como resultado una fuerte preocupación por la apariencia
física. Es importante mencionar, que la adolescencia es uno de los periodos más
críticos en el desarrollo de la autoestima y se ha demostrado que la autoestima
está relacionada negativamente con la insatisfacción corporal, siendo así la
autoestima una mediadora entre la insatisfacción corporal y los trastornos
alimenticios (Laporta, Jáuregui, Barajas y Santed,
2016).
A través de esta investigación se
buscó identificar la relación entre el IMC, la satisfacción corporal y las
conductas alimentarias de riesgo en mujeres de 15 a 25 años.
De acuerdo con la teoría
sociocultural de Cash, Smolak y Thomson (año), la
insatisfacción corporal dependerá de que la persona cumpla o no con el modelo
delgado ideal, por consiguiente, se espera observar que, a mayor IMC, menor
satisfacción corporal y mayor presencia de CAR. Refiriéndose con mayor IMC a
las personas que se encuentren con sobrepeso u obesidad.
La prevalencia de los TCA es mayor
en mujeres que en hombres, debido a factores como la representación en medios
de la figura femenina, las exigencias de género, los estereotipos y prejuicios,
los cuales han prevalecido a lo largo del tiempo, indiferentemente de la
cultura, edad, raza, nivel socioeconómico, orientación e identidad. De ahí la
importancia de trabajar los TCA y las CAR con perspectiva de género.
Unikel et al., (2010) menciona que en la
actualidad está muy generalizado el deseo de una figura corporal delgada y el
deseo de ser aceptada y aprobada por la sociedad, viéndose en la necesidad de
cumplir los estándares de extrema delgadez para obtener el sentimiento de ser
suficiente, sobre todo en la población femenina, la cual suele ser víctima de
comentarios negativos sobre su cuerpo que tienen origen en el estigma que
existe sobre el sobrepeso y los cuerpos gordos, que afectan la autoestima y se
asocian con la adopción de CAR.
MÉTODO
Participantes
Esta investigación se realizó con
una muestra no aleatoria con sujetos voluntarios, se realizó a 64 estudiantes
mujeres que han dado su consentimiento para brindar la información requerida.
Los criterios de inclusión fueron estar en un rango de edad de 15 y 25 años y
con nacionalidad y residencia en México. Como criterio de exclusión se
consideró que las participantes no padecieran de ninguna enfermedad crónica que
afectara su peso corporal.
Instrumentos
Se aplicó una batería de pruebas
que incluyó un breve cuestionario para conocer información de las participantes
como sexo, nacionalidad, edad, grado de escolaridad y sí tenían alguna afección
médica que afectara su peso corporal.
Los instrumentos utilizados fueron
los siguientes:
1) BSQ-14
Body Shape Questionnaire (Cooper, Taylor, Cooper, & Fairburn, 1987), dicho instrumento mide la
Insatisfacción Corporal con la imagen corporal debida al peso y la forma del
cuerpo. Está compuesto por 14 reactivos directos con seis opciones de respuesta
que parten desde Nunca= 1 hasta Siempre= 6. Dicho instrumento posee una
validez en una población de mujeres mexicanas, encontrando propiedades
psicométricas satisfactorias: validez discriminante y predictiva ((λ de Wilks = .485, χ2(gl = 1) = 278.830, p < .001) y su consistencia interna
es de α= .98.
2) Cuestionario breve para medir conductas alimentarias de riesgo (Unikel-Santoncini C, Bojórquez-Chapela
I, Carreño-García S., 2004), consta de 11 preguntas que abarca la
preocupación por engordar, la práctica de atracones, sensación de falta de
control al comer y conductas alimentarias de tipo restrictivo y purgativo, en
los tres meses que anteceden a la aplicación del instrumento. La escala tiene
un valor de consistencia interna de α= .83.
3) El IMC (Índice de Masa Corporal), se obtuvo utilizando la fórmula=
kg/m2, solicitando a las participantes su peso en kilogramos y su
talla en metros. Al obtener el cálculo del IMC, se ubicó a la persona en la
categoría a la que corresponde: a)Peso bajo (IMC< 18.9), b) Peso normal
(IMC= 18.91 a 24.99), c) Sobrepeso (IMC= 25.00 a 29.99), d) Obesidad leve (IMC=
30.00 a 34.99), e) Obesidad media (35.00 a 39.99) y f) Obesidad mórbida
(IMC> 40.00) (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los
Trabajadores del Estado, 2018).
Procedimiento
Las evaluaciones se realizaron por
medio de diferentes plataformas virtuales, para la aplicación se utilizó Google
Formularios, y para difundir el cuestionario se utilizó la plataforma de
Facebook. Se solicitó a varias mujeres su participación para la investigación,
la batería se aplicó por medio de un formulario que tenía una duración de 15
minutos. Las participantes acordaron previamente participar posterior a
explicarles el objetivo de la investigación, las indicaciones y la
confidencialidad y privacidad de su identidad y de la información
proporcionada.
Análisis
de datos.
Para el análisis estadístico se
utilizó el programa SPSS, versión 20; se calcularon las frecuencias y
porcentajes para las variables sociodemográficas, y para el IMC, se calcularon
las frecuencias, porcentajes, media y desviación estándar.
Igualmente, se midieron los
coeficientes de correlación de Pearson con el objetivo de identificar la
relación entre IMC, Insatisfacción Corporal y Conductas Alimentarias de Riesgo
en estudiantes mexicanas de 15 a 25 años.
RESULTADOS
Los datos sociodemográficos se
presentan en la Tabla 1, en la cual se exponen las características de las
participantes de la investigación. El promedio de edad fue de 20.8 años.
Tabla 1. Datos sociodemográficos |
||||
|
||||
Variables |
|
f |
|
% |
Edad |
||||
18 |
|
4 |
|
6.3 |
19 |
|
14 |
|
21.9 |
20 |
|
17 |
|
26.6 |
21 |
|
11 |
|
17.2 |
22 |
|
3 |
|
4.7 |
23 |
|
7 |
|
10.9 |
24 |
|
4 |
|
6.3 |
25 |
|
4 |
|
6.3 |
Escolaridad |
||||
Preparatoria |
|
7 |
|
10.9 |
Universidad |
|
55 |
|
85.9 |
Especialidad o Maestría |
|
2 |
|
3.1 |
Nacionalidad y residencia |
||||
México |
|
64 |
|
100.0 |
En la Tabla 2 se muestra la media
de IMC obtenido y la desviación típica del mismo. La media de IMC fue de
23.2588.
En la Tabla 3 se presentan las
frecuencias y porcentajes del IMC obtenido de acuerdo con la clasificación
proporcionada por el ISSSTE (2018). Según los datos proporcionados en la Tabla
2, se afirma que la media de la población se encuentra en un peso corporal
normal.
Tabla 2. Tabla de frecuencias de IMC |
||||||||||
|
||||||||||
|
|
N |
|
Mínimo |
|
Máximo |
|
Media |
|
Desv. Típ. |
IMC |
|
64 |
|
16.56 |
|
33.06 |
|
23.2581 |
|
3.60772 |
N válido (según la lista) |
|
64 |
|
|
|
|
|
|
|
|
Tabla 3. Tabla de clasificación del IMC |
|||||||||
|
|||||||||
|
|
|
Frecuencia |
|
Porcentaje |
|
Porcentaje válido |
|
Porcentaje acumulado |
Válidos |
Bajo peso |
|
7 |
|
10.9 |
|
11.1 |
|
11.1 |
|
Peso normal |
|
39 |
|
60.9 |
|
61.9 |
|
73 |
|
Sobrepeso |
|
15 |
|
23.4 |
|
23.8 |
|
96.8 |
|
Obesidad 1 |
|
2 |
|
3.1 |
|
3.2 |
|
100 |
|
Total |
|
63 |
|
98.4 |
|
100 |
|
|
Perdidos |
Sistema |
|
1 |
|
1.6 |
|
|
|
|
Total |
|
|
64 |
|
100 |
|
|
|
|
Como se mencionó con anterioridad,
se realizó un análisis de correlación de Pearson para identificar la relación
existente entre IMC, Insatisfacción Corporal y Conductas Alimentarias de
Riesgo, en la Tabla 4 se encuentran los resultados de dicho análisis.
La relación más fuerte que se
obtuvo fue entre Insatisfacción Corporal y Conductas Alimentarias de Riesgo con
un valor de (r=.739), seguido de la
relación entre Insatisfacción Corporal e IMC con un valor de (r=.525) y finalmente la relación entre
IMC y Conductas Alimentarias de Riesgo con un valor de (r=.469). En términos generales se afirma que la relación entre
todas las variables es positiva y bastante alta.
Tabla 4. Tabla de correlaciones |
|||||||
|
|||||||
|
|
|
IMC |
|
CAR |
|
IC |
IMC |
Correlación de Pearson |
|
1 |
|
.469** |
|
.525** |
|
Sig. (bilateral) |
|
|
|
0 |
|
0 |
|
N |
|
64 |
|
64 |
|
64 |
CAR |
Correlación de Pearson |
|
.469** |
|
1 |
|
.739** |
|
Sig. (bilateral) |
|
0 |
|
0 |
|
|
|
N |
|
64 |
|
64 |
|
64 |
IC |
Correlación de Pearson |
|
.525** |
|
.739** |
|
1 |
|
Sig. (bilateral) |
|
0 |
|
0 |
|
|
|
N |
|
64 |
|
64 |
|
64 |
Nota: **. La correlación es significativa al nivel 0,01 (bilateral). |
DISCUSIÓN
Con base al presente estudio sobre
la relación entre Índice de Masa Corporal, Insatisfacción Corporal y Conductas
Alimentarias de Riesgo, se observó que existe una fuerte correlación entre las
variables estudiadas, teniendo puntuaciones de correlación más alta entre IC y
CAR, tal como lo mencionaron Trejo et. al (2010), el
factor mayormente asociado con el desarrollo de TCA es la insatisfacción
corporal (IC).
Igualmente, se obtuvieron
puntuaciones de correlación altas entre el IMC e IC y entre el IMC y CAR, de
acuerdo con los resultados obtenidos, se rechaza la hipótesis de investigación,
en la cual se esperaba observar que, a mayor IMC, menor satisfacción corporal y
mayor presencia de CAR. Se rechaza porque a pesar de que la media de la muestra
no se encuentra con sobrepeso y en vez de esto, se encuentra en peso normal se
presentaron altas puntuaciones de IC y CAR. Esto sucede porque, de acuerdo con Unikel et. al (2016), un factor que se relaciona con el
desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria es la interiorización del
ideal estético de la extrema delgadez, entonces, a pesar de que se tenga un IMC
saludable siempre se aspira a tener un cuerpo aún más delgado. De acuerdo con
la teoría de la personalidad de Rogers (1959), la aspiración del ser humano
siempre será hacía la mejora, en este caso, siendo esta “mejora”, el logro del
modelo ideal.
Una de las debilidades del estudio
fue que la muestra es homogénea, ya que la mayoría de las participantes se
encontraron con peso normal y muy pocas con bajo peso, sobrepeso y obesidad,
limitando los resultados y la posibilidad de dar interpretaciones basándose
meramente en el IMC.
Sin embargo, los resultados de la
investigación demostraron que, al contrario de que se pensaba que mayormente
las personas con sobrepeso y obesidad presentarían puntuaciones altas de IC y
CAR, se encontró que las personas con IMC normal presentan altas puntuaciones
de IC y CAR, demostrando que es un tema relevante en la actualidad porque
debido a la interiorización del modelo estético extremadamente delgado, es cada
vez más frecuente que se lleven a cabo Conductas Alimentarias de Riesgo,
afectando principalmente a las mujeres adolescentes y adultas jóvenes. La
insatisfacción corporal es un factor determinante de problemas psicológicos
como los trastornos de la conducta alimentaria, siendo un criterio importante
para diagnosticar anorexia nerviosa y bulimia nerviosa.
CONCLUSIONES
Las investigaciones revisadas
buscan identificar la relación entre el IMC, Insatisfacción Corporal y
Conductas Alimentarias de Riesgo, con el fin de reconocer el impacto que genera
la IC para así poder crear medidas preventivas contra las CAR.
Los hallazgos encontrados en la
presente investigación permiten reconocer la importancia de la problemática que
enfrentan muchas mujeres mexicanas para así poder crear programas de psicoeducación y prevención de las Conductas Alimentarias
de Riesgo que representan una amenaza para la salud de las jóvenes.
Las limitaciones de la presente
investigación fueron las desproporciones geográficas en el desarrollo de las
investigaciones, había pocas fuentes mexicanas a comparación de
estadounidenses, lo que puede limitar la generalización de los hallazgos en la
población mexicana.
REFERENCIAS
Álvarez-
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