Simbiosis.
Revista de Educación y Psicología,
Volumen 3, No. 6, julio-diciembre 2023, ISSN-e: 2992-6904, Páginas 36-49
Promoción de los derechos de la infancia y la
adolescencia en comunidades indígenas
Promotion
of the rights of children and adolescents in indigenous communities
Promoção dos direitos de crianças e adolescentes em
comunidades indígenas
María de Lourdes Vargas
Garduño
maria.lourdes.vargas@umich.mx
https://orcid.org/0000-0002-7384-3098
Ana María Méndez Puga
ana.puga@umich.mx
https://orcid.org/0000-0001-9013-4528
Alethia
Dánae Vargas Silva
alethia.vargas@umich.mx
https://orcid.org/0000-0002-7551-1011
Nelva
Denise Flores Manzano
nelva.flores@umich.mx
https://orcid.org/0000-0003-0781-2127
† Azahalea Itzel Tinoco Irepan
Facultad
de Psicología de la UMSNH, Morelia, Michoacán, México
I Artículo
recibido el 20 de abril 2023 I Arbitrado el 10 de junio 2023 I Aceptado el 17
de junio 2023 I Publicado el 01 de julio 2023
https://doi.org/10.59993/simbiosis.v3i6.29
RESUMEN
Actualmente
resulta fundamental la promoción de los derechos de los niños, niñas y
adolescentes (NNA), especialmente en comunidades indígenas, que han sido
invadidas por la corrupción y el crimen organizado. El texto tiene como
objetivo describir el proceso de promoción del conocimiento, reflexión,
ejercicio y difusión de los derechos de la infancia y la adolescencia, a partir
de un taller psicoeducativo centrado en grupos
dialógicos. Se siguió la metodología de investigación-acción. Las técnicas
empleadas fueron: observación, entrevistas, recuperación de discursos y
encuestas. Entre los resultados, destaca la construcción de espacios de
participación que permitieron el intercambio de ideas y experiencias sobre los
derechos de las infancias y adolescencias, entre los participantes. Se concluye
que se logró la sensibilización de padres y madres de familia sobre el tema y
que la metodología interdisciplinaria y dialógica permitió un ejercicio
investigativo donde infantes y adolescentes fueron protagonistas y no meros
objetos de investigación.
Palabras clave: Derechos de la niñez; Infancia; Adolescencia; Participación
ABSTRACT
Currently, the promotion of the rights of
children and adolescents (NNA) is essential, especially in indigenous
communities, which have been invaded by corruption and organized crime. The
text aims to describe the process of promoting knowledge, reflection, exercise
and dissemination of the rights of children and adolescents, from a psychoeducational workshop focused on dialogic groups. The
research-action methodology was followed. The techniques used were: observation,
interviews, recovery of speeches and surveys. Among the results, the
construction of participation spaces that allowed the exchange of ideas and
experiences on the rights of children and adolescents, among the participants,
stands out. It is concluded that the awareness of fathers and mothers on the
subject was achieved and that the interdisciplinary and dialogical methodology
allowed an investigative exercise where infants and adolescents were
protagonists and not mere objects of investigation.
Keywords: Rights of the
child; Childhood; adolescence; Participation.
RESUMO
Atualmente, a promoção dos direitos da
criança e do adolescente (NNA) é fundamental, principalmente nas comunidades
indígenas, que foram invadidas pela corrupção e pelo crime organizado. O texto
tem como objetivo descrever o processo de promoção do conhecimento, reflexão,
exercício e divulgação dos direitos de crianças e adolescentes, a partir de uma
oficina psicoeducativa com foco em grupos dialógicos.
Seguiu-se a metodologia de pesquisa-ação. As técnicas utilizadas foram:
observação, entrevistas, resgate de falas e levantamentos. Dentre os
resultados, destaca-se a construção de espaços de participação que permitiram a
troca de ideias e experiências sobre os direitos da criança e do adolescente,
entre os participantes. Conclui-se que foi alcançada a
sensibilização de pais e mães sobre o tema e que a metodologia interdisciplinar
e dialógica permitiu um exercício investigativo onde bebês e adolescentes foram
protagonistas e não meros objetos de investigação.
Palavras-chave: Direitos da
criança; Infância; Adolescência; Participação.
INTRODUCCIÓN
El riesgo social en la infancia y la
adolescencia remite a una serie de problemas de diversa índole y complejidad (social, familiar, económica, educacional o
relacionados con la salud física y psicológica). Dichos riesgos son
colectivos e individuales, en tanto que surgen en grupos humanos con
situaciones específicas de vida, en las que se dan vivencias compartidas y
desde las que emergen condiciones para enfrentar los riesgos, o para
generarlos. Uno de esos riesgos es la violencia social que cada vez está más
presente en la vida de las comunidades.
Cuando miramos con cuidado la gama de
situaciones relacionadas con el ejercicio de los derechos de la infancia y la
adolescencia en México y de manera muy especial en las poblaciones indígenas o
en pobreza, nos damos cuenta que estos derechos están ausentes, negados o son
poco atendidos (Bustillos, Ramos y Martínez, 2017). Es necesario entender estos
fenómenos desde la interseccionalidad, comprendiendo
que la desigualdad es aún más notoria en los niños, niñas y adolescentes de la
población que de por sí, vive en situación de vulneración de derechos. La
infancia y adolescencia indígenas en México, constituyen grupos con mayores
carencias y con más deficiencias en el cumplimiento de sus derechos
fundamentales (United Nations
Children’s Fund [UNICEF],
2006, 2012). México es uno de los países con mayor población infantil, ya que
uno de cada tres habitantes es menor de 18 años y la mayoría de ellos provienen
de poblaciones indígenas. Según el último Censo Nacional de Población y
Vivienda (Instituto Nacional de Geografía y Estadística, INEGI, 2020), en
México, 7.36 millones de tres años de edad y más hablan una lengua indígena, lo
que equivale al 6% de habitantes.
Además de la condición antes
mencionada, algunas prácticas comunitarias llegan a poner en riesgo y a limitar
el pleno desarrollo psicosocial de niños, niñas y adolescentes. Una de esas
situaciones es la formalización de parejas a temprana edad y por ende, los
embarazos en la adolescencia. La creencia en algunos pueblos es que las
adolescentes, desde los 12 o 13 años, ya están listas para formar una familia,
por lo que sus padres, tíos y abuelos suelen hacerles sentir que, si ya tienen
15 años y no se han “juntado” con alguien, “se están quedando” (Razo y Waldo,
2020). Por tanto, los días de las fiestas patronales o navideñas, dado que hay
abuso de alcohol, suelen ser muchas las chicas que “se van” con el novio o con
algún otro muchacho que las invita. Estas parejas tan jóvenes suelen tener
problemas de diversa índole, al no permitirles vivir una adolescencia
propiamente dicha, ya que pasan de la niñez a la edad adulta, a ser padres y madres
de familia. Otro aspecto relevante es que en la mayoría de los casos, no se
acostumbra que padres y madres de familia expresen su afecto hacia los niños, y
menos aún hacia los adolescentes; por otro lado, la violencia intrafamiliar,
parece normalizada (Razo y Waldo, 2020; Vargas-Garduño, 2013).
De igual manera, la deserción y el
bajo nivel académico prevalecen en las comunidades indígenas, en una proporción
mayor a lo que ocurre en las ciudades, ya que la asistencia escolar,
comparativamente con la media nacional (58.6%), en estos contextos, es de 5.8%,
como señala el Instituto Nacional de Evaluación Educativa [INEE] (2017). Esto
también se relaciona con escolaridades fragmentadas de aquellas comunidades en
las que hay tradición migratoria para acudir a trabajar como jornaleros
agrícolas (Méndez-Puga y Vargas-Garduño, Olvera, 2019). También se ha
encontrado que se otorga menos presupuesto y se da menor atención y apoyos
tanto a docentes como a infantes, lo que ocasiona que con frecuencia concluyan
la primaria sin haber aprendido a leer ni a escribir (INEE, 2015), como es el
caso de las poblaciones indígenas que son jornaleras (Méndez-Puga,
Castro-Valdovinos y Vargas-Garduño, 2018).
Por otro lado, la Convención de las
Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989 (UNICEF, 2006),
ratificada por una gran cantidad de países, entre ellos, México, constituye un
hecho histórico a nivel mundial, dado que muchos de los líderes mundiales se
comprometieron a proteger y hacer valer sus derechos. No obstante, aún existen
grandes retos que afrontar, puesto que, a la fecha, se siguen violando los
derechos de la infancia en distintos ámbitos: salud, nutrición, educación,
seguridad, entre otros. Por ejemplo, en el caso del municipio de Nahuazen, el 30.4% de la población, son niños y niñas de
entre 3 y 17 años; y aquellos cuyo rango de edad se encuentra entre los 6 y los
14 años, constituye el 18.9% de los habitantes; 3587 (30.1% no asiste a la
escuela (INEGI, 2020).
Los asuntos relacionados con la
infancia y la adolescencia juegan un papel importante, por lo tanto, las
políticas públicas vistas desde un enfoque de derechos tienen la
responsabilidad y el compromiso de potenciar programas activos, preventivos,
rehabilitadores y de carácter interdisciplinario para atender las diversas
realidades y problemas que enfrenta el niño(a) desde su nacimiento y durante su
formación integral, para con ello hacer cumplir lo que establece la ley. Todo
lo anterior dio origen, en el caso de México, al Sistema Nacional de Protección
Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (SIPINNA) en 2015. Al mismo tiempo que
crea el Programa Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes
(PRONAPINNA).
Considerando la importancia de que
niños, niñas, adolescentes y los adultos de quienes dependen, se formasen en el
conocimiento, análisis y apropiación de los contenidos de la Convención, se
llevó a cabo una investigación que dio origen a este artículo, en el cual se
pretende describir el proceso de promoción del conocimiento, reflexión,
ejercicio y difusión de los derechos de la infancia y la adolescencia, a partir
de un taller psicoeducativo centrado en grupos
dialógicos, implementado en la localidad p’urhepecha
de Nahuatzen Michoacán.
Los derechos de la infancia y la
adolescencia
La infancia tuvo un largo periodo en
que se le dio poca importancia como etapa de la vida humana y se privilegiaron
las conductas tendientes a imitar la adultez por parte de niños y niñas, así
como la obediencia ciega; en diversas culturas, de la antigüedad a la edad
moderna, al llegar a cierta edad, se les vendía como esclavos o se les ponía a
trabajar como aprendices de un oficio o como sirvientes, sin pago alguno (Bajo
y Betrán, 1998). El advenimiento de las religiones
misioneras (budismo, cristianismo, islamismo…), impactó en la manera en que se
concebía la infancia y en el trato que se daba a los niños y niñas, aunque no
se abordaba de manera explícita nada relacionado con “derechos de la infancia”
(Stearns, 2018).
Entre los primeros autores que
escribieron sobre los derechos de NNA, destaca Thomas Spence,
quien, en el siglo XVIII hablaba de que debían ser protegidos contra el abuso y
la pobreza. Esta idea fue tomando fuerza a través del tiempo, especialmente en
los países industrializados, donde se generaron leyes contra el trabajo
infantil y a favor del fomento a la educación, entre otras cosas. No obstante,
el advenimiento de la industrialización propició la explotación infantil desde
condiciones inéditas, es hasta el siglo XX que se formalizó la noción de
“derechos de los niños”, y paulatinamente se fueron desarrollando escritos,
campañas y movimientos tendientes a la protección de la infancia (Stearns, 2018). Entre los logros más significativos al
respecto, destaca la Convención Internacional de los Derechos del Niño,
aprobada de manera unánime por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20
de noviembre de 1989, constituyéndose en un tratado que representa el primer
compromiso internacional para reconocer legalmente todos los derechos
fundamentales de la infancia y la adolescencia, en tanto seres humanos, que
constituye el primer instrumento jurídico a escala mundial al servicio de la
niñez. Contiene 54 artículos, relativos a sendos derechos infantiles, bajo los
principios de: la no discriminación; el interés superior del niño; el derecho a
la vida, la supervivencia y el desarrollo; la participación (UNICEF s.f.a). La idea central que subyace es la siguiente:
Los niños no son simplemente objetos
que pertenecen a sus padres y en favor de los cuales se toman decisiones, ni
adultos en proceso de formación. Son seres humanos e individuos con sus propios
derechos. (…) [La infancia] es una etapa especial y protegida durante la cual
se debe ayudar a los niños a crecer, aprender, jugar, desarrollarse y prosperar
con dignidad (UNICEF, s.f.b, párr
2).
México ratificó la Convención en 1990,
pero esto no significa que ya se haya implementado de manera significativa en
el país, puesto que, lo poco que se divulga al respecto, incluso en las
escuelas, se lleva a cabo desde una visión meramente expositiva; no existe una
formación específica que emplee algún modelo pedagógico exclusivo para que las
comunidades se hagan partícipes del conocimiento de estos derechos. Es por ello
que el abordaje de los derechos de la infancia y adolescencia en México, aún
supone varios retos a las estructuras tradicionales de poder y a los modos en
los que está organizada la sociedad, por lo que es necesario realizar esfuerzos
renovados de carácter investigativo y participativo que promuevan el
conocimiento sobre las formas actuales de intervenir a favor de los derechos de
la infancia y adolescencia y así contribuir a un óptimo desarrollo humano.
Los niños y adolescentes como actores
y reconstructores sociales de los contextos que habitan
A pesar de que la pedagogía insiste en
la importancia de que los estudiantes aprendan por descubrimiento y construyan
su conocimiento para lograr aprendizajes significativos, en México,
especialmente en el sector de educación pública, siguen prevaleciendo las
prácticas tendientes a considerar a los NNA como meros receptores pasivos. No
obstante, resulta fundamental que la sociedad promueva la participación de toda
persona que la integra, por ende, es indispensable formar a las nuevas generaciones
para que lo logren e incidan en su entorno.
Entre los autores que han sido más
claros en su propuesta acerca de las posibles formas de participación infantil,
destaca Roger Hart (1993, p. 5), quien concibe la
participación infantil como “procesos de compartir las decisiones que afectan
la propia vida y la vida de la comunidad en la cual se vive” y enfatiza su
importancia en la construcción de las democracias. Si bien no se les puede
adjudicar la responsabilidad de ser quienes se constituyan en los
reconstructores de la sociedad, tampoco se les debe negar la posibilidad de
desarrollar su capacidad agencial, más aún,
considerando que, si no se les educa para que sean capaces de asumir un papel
activo en la sociedad, al llegar a la adultez, tampoco lo lograrán. Para
lograrlo es necesario entender “la participación infantil como algo dinámico,
circular, flexible y adaptable al contexto y circunstancias”, como lo señala la
UNICEF (2015), aludiendo a Hart.
Así pues, se requiere que las personas
adultas que están a cargo de la infancia, sean capaces de promover formas de
participación de los NNA, para llevar a la práctica una forma de ciudadanía
activa, que permita el ejercicio de sus derechos en la cotidianidad, para
prepararlos a la práctica de la ciudadanía legal, cuando cumplan la mayoría de
edad. De este modo, se estarán superando los límites de las famosas “3 Ps” (protección, provisión y participación), que
constituyen el eslogan con el que se han difundido las bases de la Convención
Internacional de los Derechos del Niño. Por tanto, es indispensable tener
presente que la idea de participación implica tener voz, así como ejercer
influencia en los ámbitos diversos donde se desenvuelven los NNA: familia,
escuela, comunidad; incluso, incidir en la toma de decisiones que les permita
ejercitarse para, en su momento, participar en la política y en la economía del
país y del mundo (Gaitán, 2018).
De este modo, se estará reposicionando
a las niñas, niños y adolescentes y contribuyendo a su empoderamiento, para que
no sean “objeto” de un paternalismo y adultocentrismo
arraigados, sino se les vaya capacitando mediante metodologías participativas,
que les permitan desarrollar su capacidad agencial.
Al respecto, ha habido algunas experiencias exitosas como la que describen Alba
y sus colaboradores (2017), en cinco Centros de Atención Infantil (CAI), con
niños y niñas indígenas de Chiapas. Dichos autores refieren que tres de los
centros estudiados, ubicados en San Cristóbal de las Casas, trabajan
expresamente los derechos prioritarios de NNA (especialmente: salud, educación,
trabajo, participación y protección contra la violencia), vinculados a los
programas educativos que manejan; además de difundir y promover su práctica con
adultos, partiendo de la sensibilización que les permita considerar a los
infantes como personas capaces de decidir.
El gran reto, en consecuencia, es
lograr que se aprenda a escuchar las opiniones de NNA y a dar cabida en la
transformación social a esas opiniones. No escuchar a la niñez y grupos
adolescentes es una forma de negarles existencia, de negar su derecho a la
participación, y con ello su necesario protagonismo y presencia pública.
Finalmente, al promover la participación, se estarían construyendo comunidades
más justas, en donde se da cabida a la totalidad de sus integrantes, mirando a
cada persona como ciudadano pleno con capacidad de agencia y con la posibilidad
de actuar y participar de las decisiones comunitarias y por tanto, personas con
más habilidades de escucha, respeto a la diferencia y participación en el
alcance de bienes comunes.
Implementar estrategias innovadoras
para lograr el conocimiento significativo de los derechos de la infancia y adolescencia
en poblaciones indígenas es importante, porque trascenderían las formas
tradicionales que se implementan actualmente para conseguir su conocimiento y
práctica. En la mayoría de las ocasiones, en el caso de México, el contenido de
estos derechos se da a conocer a través de los libros de la Secretaría de
Educación Pública (SEP), durante el nivel básico (primaria y secundaria), como
contenidos curriculares de la asignatura de Formación Cívica y ética. Es así
que, en la mayoría de las escuelas, los derechos de la infancia y la
adolescencia suelen ser un tema más del currículo escolar que se muestra a los
alumnos como una lista de afirmaciones, que con frecuencia no asocian con su
vida cotidiana. Esta temática también se aborda desde proyectos elaborados por
la Dirección General de Desarrollo curricular (DGDC), así como por el Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias (DIF); no obstante, difícilmente
impactan a niños, niñas y adolescentes, y no se suelen proyectar a las familias
ni a la comunidad.
Una experiencia que busca mayor
participación de NNA es la promovida por la Comisión Estatal de Derechos
Humanos en Michoacán, quienes difunden los derechos a partir de la puesta en
marcha de convocatorias para dibujar un derecho o la percepción en torno a la
situación de los NNA. Derivado de estas experiencias se generaron dos estudios
en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, acerca de la percepción
de la violencia por NNA y de la violencia entre pares (Orozco, Méndez, Cantoral
y Raventós, 2011; Orozco, Méndez y García, 2015).
El modelo dialógico como estrategia
Las estrategias que aquí se proponen
están basadas en el modelo dialógico promovido por las Comunidades de
aprendizaje, como alternativa enfocada hacia la inclusión, para afrontar
problemas de fracaso, ausentismo, segregación y conflicto escolar (Domínguez,
2017).
El fundamento del aprendizaje
dialógico en el proyecto de comunidades de aprendizaje, se ubica en las
propuestas de Vigotsky, Freire y Bruner, que tienen
una orientación transformadora, misma que incide en el currículum, para hacerlo
incluyente. En el aprendizaje dialógico, se privilegia la interacción con la
diversidad de agentes y recursos, más que la experiencia meramente subjetiva,
“parte de las interacciones entre iguales, profesorado, familiares u otros
agentes del contexto educativo, suponiendo una diversidad de personas que
influyen en el aprendizaje de los niños y niñas” (CREA, 2018, p. 10). Los siete
principios que definen el aprendizaje dialógico, son: diálogo igualitario;
inteligencia cultural; transformación; dimensión instrumental; creación de
sentido; solidaridad e igualdad de diferencias (Duque, Mella y Gebassa, 2009; CREA, 2018).
El modelo dialógico pone todo su
énfasis en conseguir aprendizaje de calidad, incluye experiencias de
aprendizaje emprendidas desde el propio grupo social dialógico, además implica
una praxis de transformación en cada sujeto que enseña y aprende gracias a las
interacciones solidarias con los demás, pone de manifiesto la responsabilidad
que tiene todo el grupo en dicho trabajo (Duque, Mella y Gebasa,
2009). Desde esta construcción se considera a la persona humana como agente
protagónico, constructor y transformador de sí mismo y del medio en el cual se
desarrolla y vive. Los integrantes del grupo serán los diversos actores
involucrados en el proceso: niños, niñas, adolescentes, padres de familia y
docentes. La función del adulto coordinador del grupo es la de propiciar la
interacción entre los diversos integrantes del grupo, promoviendo también su
capacidad agencial que incida en la transformación de
su entorno. MÉTODO
La metodología utilizada en el
presente estudio parte del paradigma cualitativo, desde el enfoque de la
investigación-acción-participativa (Lewin, 1992), puesto que este método
promueve que toda persona participantes, se constituya en agente de cambio y no
sean solo “objetos” de estudio.
El proceso investigativo se basó en un
taller psicoeducativo cuya duración fue de seis meses
con un total de 27 sesiones semanales de dos horas cada una. En él participaron
ocho niños(as), dos mujeres adolescentes, y sus respectivos padres de familia
(20 papás). Los niños(as) y adolescentes pertenecían a cinco escuelas primarias
y una secundaria federal. Se convocó a dos alumnos (as) por institución
considerando un rango de edad entre 10 a 13 años. Dos veces a la semana se
trabajaba con NNA y una vez a la semana, con padres y madres de familia. En la
impartición del taller se contó con la participación de 12 profesionistas de la
misma comunidad: 7 psicólogos (as), una profesora de nivel básico, una
licenciada en arte y patrimonio cultural, 2 licenciados en lengua y
comunicación intercultural, una licenciada en nutrición. También se
incorporaron 9 alumnos(as) de nivel medio superior quienes apoyaron algunas
actividades.
Las técnicas empleadas para la
recolección de datos fueron: la observación y la recuperación de información
generada en el taller, mediante grabaciones y notas de campo. Asimismo, para el
diagnóstico, se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas
dirigidas a cinco docentes que laboran en cinco centros educativos de la
localidad (cuatro escuelas primarias y una secundaria federal) y se aplicaron
un total de 200 encuestas: 100 niños(as) y 100 padres de familia de la
comunidad, con el objetivo de saber con qué tipo de conocimientos contaban y
qué prácticas emprendían para el abordaje de los derechos de la infancia y la
adolescencia.
Con respecto del procedimiento, se
implementaron cuatro fases. La primera, estuvo centrada en la construcción de
un diagnóstico cualitativo que permitió obtener información acerca de los
principales problemas y necesidades que afectan de manera directa a los niños y
adolescentes en el ámbito educativo, familiar y social de la comunidad de Nahuatzen. Se realizó especialmente mediante entrevistas a
docentes y directores de las escuelas participantes. La segunda fase consistió
en la planificación del taller a partir de los datos recuperados en el
diagnóstico; la tercera fue la ejecución del mismo y la cuarta, el análisis
reflexivo sobre la experiencia y la evaluación del proceso.
Las consideraciones éticas que se
tomaron en cuenta, fueron: el consentimiento informado de padres de familia,
tanto para su propia participación, como para la de sus hijos. Asimismo, las y
los docentes participantes, otorgaron su consentimiento informado. En todo
momento se cuidó la confidencialidad de los datos y el respeto a las personas.
RESULTADOS
La información se analizó siguiendo
los momentos básicos recomendados por Taylor y Bogdan
(1987) para el procesamiento de información cualitativa: identificación de
ideas recurrentes para generar categorías, codificación de datos e
interpretación a partir de la contrastación con la teoría. Se construyeron tres
categorías: identificación de problemáticas que permitieron el diseño del
taller; empoderamiento infantil para expresar sus necesidades e inquietudes; apertura
a la escucha, por parte de los padres.
Categoría 1. “Identificación de la
problemática”. Se pudo apreciar la existencia de problemáticas en los ámbitos:
educativo, familiar y social de la comunidad de Nahuatzen,
que afectan de manera directa a los niños(as) y adolescentes de la comunidad:
desde el desconocimiento de sus derechos, hasta la falta de confianza en la
propia familia, en el profesorado y en las autoridades para hacerlos valer. El
mismo personal docente reconoció que no cuentan con un compromiso serio con la
promoción de los derechos de la infancia, y que muchos de ellos ni siquiera los
conocen a profundidad, como lo comenta un profesor:
Los derechos de los niños y niñas se
dan a conocer a los alumnos(as) poco a poco de acuerdo al plan de trabajo ya
establecido por la secretaría de educación pública. Los materiales que usamos
son los libros de texto que utilizan los niños cuando vienen a la escuela. Sin
embargo, no existe un plan o programa especial dedicado al conocimiento y la
práctica en sí de estos derechos (REH, Entrevista Personal).
Estos comentarios ponen en claro que
la información brindada en las escuelas acerca de los derechos de la infancia y
la adolescencia está quedando limitada, pues la forma de abordarla tiende a lo
tradicional, es decir los derechos, al parecer y en el mejor de los casos,
están siendo memorizados y no dialogados o practicados dinámicamente con los
niños y niñas.
Desde el punto de vista del psicólogo
que labora en el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias
(DIF), hace falta que las diversas instituciones (DIF, escuela, departamentos
jurídicos, trabajo social, entre otros), trabajen de manera colaborativa para
garantizar el respeto de los derechos de la infancia y la adolescencia; así
como para proteger a quienes están en riesgo, y para actuar cuando los derechos
son vulnerados. No obstante, reconoce las enormes limitaciones que existen. En
sus propias palabras:
Esto nos lleva a decir qué estamos
haciendo, ¿qué están haciendo las instancias?, ¿qué está haciendo el DIF? pero
lamentablemente este tipo de situaciones viene a estar encubierto, ¿por quién?;
por la misma familia. Entonces, yo insisto, unas de las cuestiones importantes
que debemos de trabajar es justamente a nivel de derechos es desde la casa, es una
cuestión formativa, pero también en ese sentido de formación tiene que
implementarse el trabajo multidisciplinario y sobre todo partiendo de un
diagnóstico en la parte contextual como es aquí en Nahuatzen.
Es necesario promover que el niño hable, que el niño denuncie cuando se está
viendo agredido o privado de alguna manera de sus derechos (que hable sobre lo
que ocurre en la casa, escuela y calle). (Psic.)
Los padres y madres de familia que
respondieron la encuesta, aseguran que jamás habían escuchado y mucho menos
participado en algún programa educativo que favorezca el conocimiento de estos
derechos. Por lo tanto, resultó clara y evidente la necesidad de trabajar los
derechos desde las familias, partiendo de un proceso formativo no
tradicionalista e interdisciplinario. Por su parte, el 40% de los NNA
encuestados, señalaron que pueden decir con confianza cualquier idea u opinión
propia en su casa, mientras que el 56% contestó que “a veces” y el 4%, que no;
lo cual es similar a su apreciación de la confianza que sienten en la escuela
para expresarse (51%, opinó que sí; 40% que a veces y 9% que no). Además, con
respecto de la pregunta “¿en tu casa, tus papás te han dicho cosas que te
hicieron sentir mal?, el 33% reconoció que sí.
El diagnóstico constituyó el punto de
partida para el diseño del taller, puesto que, si los NNA no sienten suficiente
confianza para acercarse a personas adultas responsables de su cuidado, tanto
en casa como en la escuela, mucho menos podrán hacer valer sus derechos. De
aquí la urgencia de trabajar también con madres, padres y docentes. Esto
evidencia que los derechos que menos se toman en cuenta son los que se refieren
a la libertad de opinión, el derecho a ser escuchados y a la libertad de
opinión; garantizados en el art. 12 de la Convención internacional sobre los
Derechos del Niño (UNICEF, 2006).
Categoría 2, “Empoderamiento
infantil”. Se construyó a partir del análisis de la información generada
durante el taller. En la primera sesión del taller, se convocó a todos los
integrantes a conformar el grupo dialógico, para dar inicio a las actividades,
que giraron en función de algunos de los 54 artículos correspondientes a la
“Convención sobre los Derechos de los Niños” (UNICEF, 2006). Fueron
aproximadamente 6 derechos los que se adaptaron en función de estos artículos,
estuvieron relacionados con la vida cotidiana, la salud, el bienestar, la
educación, el ocio, la participación y el acceso a las actividades culturales.
Se eligieron, porque se consideró que constituyen el eje central del total de
los demás artículos, y atienden a las principales necesidades que se presentan
en la comunidad de Nahuatzen en cuanto a la
intervención directa con los NNA. A lo largo de las sesiones, las y los
participantes fueron tomando conciencia de sus derechos y se fue apreciando
cómo iban desarrollando su confianza en el grupo y poco a poco empoderándose
para expresar lo que pensaban y sentían, sin miedo a la represión. Los
siguientes discursos lo evidencian:
Mi relación con mis papás es muy
buena, pero creo que lo que me falta es tenerles más confianza porque a veces
tengo que mentirles. Lo que yo quisiera sería que ellos me dieran un poco más
de confianza (Niña ZJA).
No me gusta que mi papá tome, porque
luego le quiere pegar a mi mamá y a nosotros nos grita por cualquier cosa
enfrente de la gente, eso me hace sentir avergonzado (Niño JTA).
Yo de grande no quiero tener un vicio
por eso acudo al grupo de doble AA de la secundaria porque me invitaron ya que
en un diagnóstico que me hicieron se dieron cuenta que yo consumía alcohol,
entonces me invitaron y yo acepté acudir. Yo invito a mis demás compañeros del
grupo de los difusores de los derechos, que se fijen bien, que nunca consuman
alguna sustancia adictiva porque más al rato ya no van a poder salir. (Niña
ZJA).
El empoderamiento y la participación,
desde una connotación positiva como señalan Liebel y Saadi (2012), suponen que haya vías de expresión y
condiciones para lograrla; de ahí la relevancia de contemplar espacios -como el
que se abrió desde el proyecto que aquí se describe- y posibilitar
paulatinamente el acercamiento con estas miradas a otrosespaciosdesdelosque
seaconsideradoyvalorado el contenido de la
participación (Morfin, 2012).
Un tema en el que costó trabajo que se
expresaran con más libertad, fue el relativo a la sexualidad: al autocuidado, a
la prevención del abuso. No obstante, se logró la concientización de la
importancia de buscar apoyo y comunicar lo que les pase, mediante un ejercicio
en el que se les indicó que nadie podía hablar, pero debían buscar estrategias
para comunicarse. Una chica comentó:
Sí estuvo interesante, aunque me
surgieron las ganas de gritar y no podía. Esto es lo mismo que he sentido en la
escuela y en la casa cuando los maestros o papás no me dejan hablar para
explicar algo que yo quiera o tenga ganas de decir en ese momento (Niña ZJA).
Como puede apreciarse, uno de los
aspectos que destacaron fue el darse cuenta, tanto madres y padres de familia
como NNA, de la necesidad de comunicarse: por parte de los padres y madres, de
escuchar a los hijos, de prestarles atención, de atenderles en sus necesidades
y de ofrecer aprendizajes desde el diálogo de los propios padres y cuidadores
como esencial para comprender la relevancia de decir su palabra y de que van a
ser escuchados, y esto, desde la primera infancia (Alfonso, Díaz y Borges,
2020).
Por parte de los hijos, se manifestó
su necesidad de ser escuchados, de contar con espacios disponibles para que sus
padres puedan atenderlos, pero también expresaron que les falta confianza hacia
ellos para poderse abrir en realidad, lo que implica un proceso de doble vía,
en tanto que tienen confianza participan, al mismo tiempo, la participación
incide en la confianza, porque se sienten escuchados, se valoran y valoran lo
que logran con su participación en términos de construcción de formas de
pensamiento que son validadas. Por ello, alentar procesos de construcción de
autonomía, propicia el reconocimiento de emociones y sentimientos que
dificultan o hacen posible la participación. Novella
(2012), además, planteó la relevancia de reconocer las emociones que mueve el
proceso de participación, lo que hará posible que vuelva a suceder.
Categoría 3, “Apertura a la escucha”
por parte de padres y madres de familia. Aunque por lo regular, asistieron
mujeres y fueron las que más se expresaron, resultó de suma relevancia su
aportación, especialmente al expresar su toma de conciencia acerca de la
importancia de escuchar a sus hijos, de poner atención a lo que les dicen y
propiciar espacios de diálogo constante, como factor de protección hacia ellos,
como lo expresan los siguientes discursos:
Un día escuché a uno de mis hijos que
dijo, “no me gustan mis papás porque pelean mucho” (Mamá MPBA).
Es necesario valorar la niñez de
nuestros hijos, uno les enseña a ser callados porque no nos damos el tiempo de
escucharlos. (Mamá MAAL).
Hay veces que uno no les hace caso a
nuestros hijos cuando estos quieren hablarnos de algo por ejemplo de
sexualidad, algunas veces es porque no tenemos tiempo, otras porque nos da pena
y no queremos explicarles las cosas de forma natural y desinhibida (Mamá MPBA).
Me doy cuenta que los niños cada vez
están más despiertos y preguntan todo, entonces los papás tenemos que estar
dispuestos a contestarles. Ya que hay veces que por quedarnos callados, le
pasan cosas feas que después nos arrepentimos porque no actuamos de manera
preventiva y ni siquiera estamos muy bien informados (Mamá PBA).
Las opiniones de madres y padres de
familia dejan ver que aún existen varios factores que no les permiten dar una
eficaz orientación a sus hijos acerca de la sexualidad, las dificultades en la
comunicación a manera de hábito y que fortalezca a la familia podría ser uno,
la falta de información respecto al tema es otro factor muy importante que está
interfiriendo. Esta toma de conciencia, es el primer paso para ir creando
condiciones para que sea posible que sus hijos e hijas sientan que pueden
ejercer sus derechos; lo cual, con frecuencia no es valorado por los padres y
madres de familia, muchas veces por desconocimiento, no ya que no se tiene en
cuenta a
la participación infantil “como algo
dinámico, circular, flexible y adaptable al contexto y circunstancias” (UNICEF,
2015, párr. 2) y del impacto positivo que este ejercicio puede tener en sus
respectivas familias.
El diálogo con padres y madres
favorece la participación de las familias en las decisiones de la escuela, o
tal vez, en un primer momento solo participen para informarse. Diversificar la
participación haciendo posible un rol más protagónico en las decisiones y en la
gestión escolar (Parra, 2004), o en otras formas de participación, hasta de
consultoría, hará posible que niñas y niños reconozcan esa participación y aprendan
de ella. De igual modo, hace posible que, al informarse, los padres y madres
logren el acercamiento a esos temas complejos y a otras formas de crianza.
Ahora bien, cambiar los estilos de ser
padre y de ser madre hacia miradas más positivas incide, desde luego, en el
reconocimiento de los derechos de niñas y niños. Dada la importancia de la
escucha y amabilidad que supone un proceso de reconocimiento de lo que cada
niño, niña o adolescente tiene por decir y de lo que podemos aportar para que
sus dudas, inquietudes y emociones sean vistas y no solo controladas.
CONCLUSIONES
La investigación centrada en una
metodología participativa facilitó que los principales protagonistas de este
proyecto fueran los niños, niñas, adolescentes y padres de familia, generando
interés para brindar información, dialogar o generar actividades con otros
miembros de su comunidad. De ahí que un logro del proyecto es la difusión de
los derechos de NNA en algunos centros educativos y demás familias de la
comunidad.
El proceso dialógico y participativo
facilitó que, en lugar de tratarse de una investigación sobre los niños, fuera
posible una investigación con niños, niñas, adolescentes, madres y padres de
familia; pues ha quedado en claro que su participación forma parte no sólo de
una nueva cultura de la infancia, sino que constituye un eje articulador de
reproducción de formas nuevas de establecer las relaciones sociales entre los
humanos y su entorno. La propuesta que se trató de generar y difundir se basa
en la importancia de fomentar la participación de los actores infantiles,
creando espacios de diálogo, pues precisamente a través de los diálogos fue que
se realizaron análisis y reflexiones que permitieron hacer conciencia de cómo
las problemáticas cotidianas que enfrentan los NNA de Nahuatzen
impiden el buen ejercicio de sus derechos.
Promover los derechos de la infancia y
la adolescencia en comunidades indígenas resulta de gran trascendencia. Se
necesita poner atención a las situaciones de riesgo que en ellas se presentan.
Las poblaciones indígenas en México, en especial los niños, niñas y
adolescentes constituyen grupos humanos con mayores carencias y el menor grado
de cumplimiento de sus derechos (UNICEF, 2006). Ante todo, como diría Morfin (2012) el derecho a la participación implica el
acceso a la información, para ello, se necesita espacios diversificados con
materiales también diversificados que propicien condiciones para tener algo que
decir y posibilidades de pensarlo desde otras perspectivas.
Esta experiencia investigativa, pone
en evidencia la relevancia de llevar a cabo actividades similares de manera
constante y pone énfasis en la estructuración de grupos dialógicos y de
aprendizaje, generando con ello condiciones de posibilidad para un abordaje
eficiente de los derechos en términos de inclusión a través de una serie de
estrategias dinámicas e interactivas en las que todos se vivan como
participantes activos. Es un proyecto de acción novedoso que hace visible la
importancia de abordar y considerar los derechos de los niños y niñas como
agentes para mejorar prácticas familiares, sociales y educativas y así
contribuir al pleno desarrollo humano de todos los implicados, además de que
permite que todos nos sensibilicemos y analicemos más de cerca las principales
causas de las problemáticas o necesidades con las que se está enfrentando la
niñez y la adolescencia en la actualidad.
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